Capítulo 2

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***NARRA DAVID*** 

Al llegar a casa descubrí que la persona, bueno en realidad las personas que habían enviado el mensaje eran mis hermanitos y no mi mamá, ya que cuando llegué ella me miró asombrada por la comida que traía en manos, a un principio ella pensó que todo lo que tenía era para mí, pero fue ahí cuando mis hermanitos salieron de la cocina corriendo a mi encuentro.

-          ¡¡¡David trajiste hamburguesas!!! – dijo Julieta alegremente mientras que Sebastián me quitaba la bolsa de mis manos.

-          Esperen un momento, ¿fueron ustedes dos los que mandaron ese mensaje? – Les dirigí una mirada seria.

-          Eh... yo... nosotros... –  comenzó a responderme Julieta con la voz cortada, a lo que Sebastián sólo se limitaba a ver el suelo con pena.

-          Enanos, ustedes saben que a mí no me gusta que mientan – les dije con una voz tierna, pero que al mismo tiempo expresaba enojo a la acción que ellos hicieron.

-          Lo sentimos hermano – respondió Sebastián – no lo volveremos a hacer – me devuelve la bolsa de las hamburguesas.

-          Vengan para acá mis enanos – los agarro por los hombros a cada uno lo cual no era muy difícil ya que tienen 6 años y aún no llegaron a la etapa en la que crecen y ya no te alcanzan los brazos para abrazarlos, los apego a mí.

-          ¿Entonces nuestro hermano mayor no está enojado? – dijo Julieta mientras levantaba la mirada para verme a los ojos.

-          Claro que no – respondí rápidamente, a lo cual hizo que ellos me abrazaran más fuerte, no importaba cuantos años ellos llegaran a tener, sus abrazos siempre serán como los que me daban cuando ellos tenían 4 y venían a mí buscando refugio de los gritos de mamá por hacer algo malo.

-          Bueno como castigo, ambos le devolverán a su hermano lo que gastó en su comida con sus mesadas – dijo mi madre quién se acercó a nosotros al ver ese hermoso cuadro de sus 3 hijos abrazándose.

-          ¡¡Ohh mamá!! – ambos respondieron al unísono cuando escucharon las consecuencias de sus actos, en realidad yo les iba a dar sus hamburguesas sin ningún castigo a cambio, pero cuando oí lo que mamá dijo creí que sería lo mejor.

Ambos pusieron una cara de enojados, por lo que ni mi madre y yo pudimos evitar reír al verlos de ese modo, se parecían tanto en sus gestos, era como si ambos estuvieran sincronizados.

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Ya eran las 4 a.m. cuando me levanté de mi cama y decidí ir por algo de agua a la cocina, por alguna razón tenía sed y cuando estaba bajando las escaleras (así es, mi dormitorio está en la primera planta) escuché a alguien llorando, me acerqué más a dónde provenía el sonido y me di cuenta que era la sala de estar - ¿quién estaría a esa hora ahí? - pensé, a lo que decidí acercarme silenciosamente y me apoye en el pilar más cercano, apoyando mi cabeza lo más cerca posible, para ver de quién se trataba y lo que vi hizo que mi cuerpo se estremeciera, era... mamá...

Me preguntaba una y otra vez, por qué mi madre estaba ahí a esas horas y llorando y cuando estaba acercándome a ella, sin querer pisé un juguete de Sebastián que estaba tirado en el piso, lo cual hizo que mi madre se girara y viera de dónde provenía el sonido y fue ahí cuando me vio...

-          David... yo... ¿qué haces despierto a esta hora? – dijo mi madre intentando disimular su llanto y pasando sus manos por su rostro limpiando las lágrimas que aún seguían sobre sus mejillas.

¡Mírame!Where stories live. Discover now