Capítulo 1

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"Imperial topaz"

Siglo VXIII

Grecia, Athenas - Templo de Géminis

Noviembre, 11 de 1748

Ironía.

Esa era la palabra perfecta para describir ese momento.

No sabía por qué tenía esa oportunidad, aunque la respuesta misma merodeaba en su cabeza como un suave susurro procedente de un cosmos cálido que siempre había rondado en el Santuario en esos últimos años, que sin embargo, ahora era como una simple estela que había quedado en cada Casa Zodiacal. Pero a pesar que lo sabía, no podía entenderlo tan rápido como seguramente lo habían aceptado algunos de sus compañeros.

Un lento suspiro escapó de sus labios al tiempo que tomaba asiento en el gran pedestal donde reposaba la Cloth de Géminis. Entonces posó su mirada en ella antes de apoyar lentamente su mano encima del oro macizo para sentir las emociones que esta le transmitían, que era una extraña mezcla de alegría y tristeza.

Porque a pesar de todo los hermanos se habían vuelto a separar.

Por esa misma razón la armadura se había quedado allí sin ser usada, dado que había presentido las turbulencias emociones que poseían ambos al instante en que volvieron a la existencia. La tensión que se forjó rápidamente entre ellos estando uno al frente del otro pudo ser percibida fácilmente sin siquiera intentarlo. Realmente los acontecimientos que surgieron después de morir eran como una neblina espesa en su mente, lo único que estaba seguro era que de alguna manera permaneció junto a su gemelo. Pero la mirada de Aspros en ese momento fue clara y seria, con un semblante impasible en vez de aquella sonrisa arrogante y maligna que había tenido antes de que su existencia desaparecía de ese plano, le daba a entender que había pasado por mucho antes de fallecer... por segunda vez. Esos ojos azules tan idénticos a los suyos apenas pudieron sostenerle la mirada antes de apartarse sin mediar ninguna palabra, entonces lo vio marcharse con pasos decididos al exterior de la Casa de Géminis, sin quiera darle un breve vistazo a la armadura dorada que por tantos años había atesorado por el esfuerzo que le conllevo ganársela, como si ahora supiera que la Cloth tenía un nuevo dueño, y los lúgubres acontecimientos que llevaron a eso.

Sencillamente no pudo detenerlo, estaba más que consiente que él seguramente necesitaría tiempo para sí mismo después de que su vida fuera manipulada tan malévolamente, alterando sus ideales y sus metas, hasta el punto de retorcer sus propios pensamientos, y que también lo había afectado a él mismo. Aunque reconocía que esto último había pasado porque lo había permitido, pero simplemente ya no más.

Sus ojos azules dirigieron la mirada hacia aquella pulsera de cadenas en su muñeca izquierda, y llevó sus dedos a la piedra preciosa labrada de un intenso color entre el naranja y el rojo, que de alguna manera le hacía recordar a la lava. Y que seguramente era tan distinta a la de su hermano como sus personalidades en ese momento, pensó con algo de amargura, porque ciertamente no podía evitar añorar un poco esa época donde de pequeños había tenido una conexión tan única de gemelos que hasta podían percibir y sentir lo que el otro. Pero al parecer eso se había reducido bastante al transcurrir los años, hasta formar una enorme brecha entre ellos.

Gruñó con algo de frustración mientras se levantaba, y comenzando a caminar por los pasillos del Templo. La verdad una enrome parte de él no se sentía del todo cómoda en aquel sitio, ya que era la primera vez desde que había ocupado la armadura de Géminis que se encontraba en ese lugar, puesto que la isla Kanon se había convertido en su morada. Algo muy lejos de llamarlo hogar donde paso meses perfeccionando su poder y aquel carácter demoníaco para forjarse una personalidad y así imponerse a lo que sea que osara enfrentarlo. Por esa razón que a sus veintisiete años de su existencia nunca había pisado el interior de la Tercera Casa Zodiacal hasta ese momento... si es que irrumpir el Santuario hasta la Casa Papal totalmente manipulado por el Satán Imperial de su hermano no contaba.

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