Capítulo 3. -Baila conmigo.
Leah Kelly.
Definitivamente voy a matar a mi hermano.
Si es que el alcohol no me mata primero.
Pero lo que es seguro es que alguien muere esta noche.
Vi el movimiento a mi costado y cerrando con fuerza mis ojos bebí todo el contenido de mi vaso para ir por más, cristianamente me traslade desde el medio del patio hasta un lado de la mesa de bebidas, donde no he soltado las botellas por lo que parece una eternidad, porque demonios, lo era.
Cristianamente esos cuatro seres mitológicos me siguieron desde la mitad del patio hasta aquí, y se han dedicado a mirarme, a darme sonrisas ladinas y a incluirme en sus conversaciones donde claramente no quiero ser participe y donde les he dejado ver el espectáculo de lo que es verme beber, porque eso es lo único que he hecho mientras mi yo interna baila alrededor de una fogata haciendo una danza ancestral para invocar al mal nacido de Liam.
Solo quiero...
—¡Ey, los estaba buscando!
¡Liam!
Casi lloro de la felicidad cuando escuche la linda y hermosa voz de mi hermano, me gire para verlo, pero cuatro espaldas tapaban mi visual hacía él, era el jodido muro de berlín.
—¿Han visto a mi hermana? —¡Estoy aquí!, estaba por hablar, cuando se abrieron paso como si me estuvieron dando el paso a una gran entrada, pero apenas Liam me miro, quise lloriquearle diciéndole que este había sido el momento más incómodo de mi vida y demonios que he tenido momentos incomodos en mi larga pero corta vidita.
—Li...
—¿Qué estás bebiendo? —de dos zancadas llego a donde estaba quitándome el vaso que tenía para darle un trago y ponerme mala cara—¿Estas tomando whisky puro Leah?
—¿No? —medio le sonreí dando un paso a mi costado sin quitarle la mirada de encima a Liam, para que por inercia avanzará hacía mí y siguiera retándome, así lentamente podríamos escaparnos de está situación.
—Llevo casi media hora buscándote Leah...
Padre del cielo estuve media hora bebiendo en este rincón para ahogar mi incomodidad, ¡Y este imbécil no pudo encontrarme cuando la casa no es tan grande!
—Pues ya me encontraste—eleve los hombros y continue alejándome—¿Querías mostrarme algo lejos de...
—Quería decirte que Ilay estaba aquí, pero ya lo viste—lo señaló y como si la mención de su existencia hubiese abierto una brecha, ellos se acercaron a nosotros y ahora eran cinco gigantes contra un pobre elfo.
—Sí...ya...ya lo vi...lo vi muy bien—balbuceé lo último sintiendo que mi cuello se estaba poniendo rojo y al quedar nuevamente en un silencio incomodo y al recibir la mirada fruncida de mi hermano, asentí con una sonrisa forzada y quitándole mi vaso seguí bebiendo.
—¡Deja eso! —me quitó el vaso cuando estaba bebiendo e hizo que el alcohol escurriera por mi boca bajando por mi pecho, jadee al ahogarme, encima el agua salpico y me entro en los jodidos ojos y casi quedo ciega.
Evite el chillar, ya el estar tosiendo y casi tropezarme por haber metido el tacón en el pasto desnivelado era suficiente vergüenza.
Me froté los ojos arqueando el pecho al sentir el frio bajándome por los senos y oí la maldición de mi hermano.
Sí, infeliz, maldice, como tú no eres el que quedará ciego y encima apestando a whisky.
Escuche un par de risas y vi de forma borrosa como dos cuerpos se movían en sincronía y se acercaban a mí, me estiraron algo blanco, que al recibirlo note era un papel que use para limpiarme los ojos y poder ver, quedo negro por culpa del rímel que se había corrido.
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El verano en que todo cambió.
Teen FictionPorque al final solo basta una mirada, una caricia, un momento, una decisión, un segundo, para cambiarlo todo, para tenerlo todo, para...perderlo todo.