Capítulo 7

2.6K 148 6
                                    

Leah Kelly.

Encogí mis piernas una vez más perdiéndome en las estrellas reflejadas en el mar, el cielo está tan negro y el agua tan en calma que no le hace justicia a lo alborotado que esta mi corazón.

Llevo aquí, horas, quizás.

Camine tanto, escapando de lo que mi corazón me hacía sentir que termine agotada, los pies me palpitan y a pesar del aire marino, siento frío, bastante frío.

Me acaricié las piernas y maldije el no haber salido con teléfono por último para ver la hora, también me maldije por no saber ver la hora lunar, con suerte se ver la de los palitos pero maldije de todas formas.

Dios.

Todo esto sería más fácil si mi corazón dejará de latir así cada que mi mente me recuerda por qué hui.

Liam de mierda al final puede que si tenga razón.

Iba a soltar un grito escandaloso y cargado de frustración, pero...no estoy sola en la playa— a mí mala suerte—— a unos metros de mí se instalaron hace poco un grupo de hombres y mujeres que se han puesto a beber y a reír, hicieron su propia fiesta a metros de un alma en pena.

No lo encuentro justo.

Soltaron a reír en cuanto dos de las mujeres se pusieron de pie y antes de ser completamente notada y que se dieran cuenta de mi existencia vacía y solitaria me tire hacía atrás recostándome en la arena que seguía tibia perdiéndome en el cielo estrellado.

Debería volver a casa.

Liam debe estar como desquiciado buscándome, más porque salí sin teléfono, pero...necesito esto, no puedo volver sabiendo que están esos dos ahí, porque lo estarán, conozco perfectamente a Ilay para saber que estará ahí.

Y Ciro...él...demonios...algo me dice que él...ni siquiera debe estar en la casa, sino buscándome, esa siempre fue la diferencia marcada entre Ilay y Ciro y es que Ilay siempre me daba mi espacio, me veía un poco irritada o frustrada y él daba un paso hacia atrás, en cambió Ciro hurgaba en ese heridita de frustración hasta que colapsaba o bien la olvidaba, él...él nunca me dio mi espacio.

Y ahora lo que yo más necesito es...espacio.

No...

—¡Ey! —el corazón se me aceleró al sentir repentinamente una voz a mi costado, estaba tan centrada en mi mente que no me di cuenta cuando un tipo del grupito que se reía a unos metros de mí se sentó a mi lado, por instinto me senté y alejé de forma disimulada—¿Qué haces aquí? —preguntó, hablándome como si me conociera de toda la vida, lo mire de lado, analizando su rostro esperando ver algo de conocido en él, pero no, ni puta idea de quien es—¿Por qué una chica tan linda está tan sola? —su mano toco con cero disimulo mi muslo y volví a alejarme entrando en pánico al ver el grupo de sus amigos donde las mujeres ya no estaban, y tres de esos imbéciles se acercaban a nosotros.

—Por aire—respondí fingiendo seguridad, mirándolo y mirando de soslayó a los otros tres que se encendían lo que creí eran cigarrillos—y silencio.

Tengo que salir de aquí como sea.

—¿Por qué llorabas? —estiro su mano para tocarme el rostro y por pura inercia le ateste un golpe a su mano impidiendo que me tocara, soltó una sonrisa curva, mirándome fascinado—¿Por qué estás a la defensiva? —bajo la mano recorriéndome el rostro ofendido—solo nos acercamos a ver si estabas bien, está zona no es muy buena, ¿Verdad? —desvió la mirada y al hacerlo note que esos tres imbéciles que se acercaban a nosotros ya nos rodeaban, uno le acerco el cigarrillo al imbécil a mi lado quien no dudo en fumar y lanzarme el jodido humo y no, no es un cigarrillo cualquiera.

El verano en que todo cambió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora