Prefacio

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Mo Dao Zu Shi no me pertenece, es de propiedad exclusiva de Moxiang Tongxiu.

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Historia escrita para la semana del Xicheng latin fest, que será desde el 14 al 17 de noviembre, dejaré el prefacio para que le echen un vistazo para ver si le gusta la historia y de paso dar a conocer el evento si alguien llega a ver la historia.

Saludos!

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—¡No me mires como si me conocieras de toda una eternidad! —gritó Jiang Cheng con el rostro sonrojado, y el corazón latiendo desenfrenado.

Lan Xichen no podía significar lo que significaba en su corazón, estaba mal, muy mal. La ambigüedad de sus enseñanzas se veía derribadas por aquel hombre, por aquel quien siempre consideró de una estirpe maldita, una estirpe que traicionó a los seres celestiales para unirse a los humanos, no eran más que simples demonios, embaucadores y traicioneros. Pero ahí estaba, con su túnica blanca, su mirada tranquila, su sonrisa amable y aquella aura angelical, bajo el árbol de melocotón, con la guardia baja y los brazos a los lados, dispuesto a aceptar la flecha que acabaría con su vida. Y él mismo, con arco en mano, con la flecha apuntando a su pecho, a solo unos metros de la muerte. Jiang Wanyin dudaba, el agarre sobre la cuerda se destensó, agachó la mirada confundido y con dolor. No era capaz de matarlo, no podía, por mucho que su madre le hubiera inculcado una y otra vez que aquellos seres debían ser eliminados de la faz de la tierra, que eran un mal que contamina todo lo que existe.

Lan Huan suspiró de alivio al observar que Jiang Cheng bajaba el arma. Con cautela dejó su lugar bajo las ramas del árbol de melocotón milenario, se acercó al Jiang, tomándolo del hombro, y haciendo que este levantara la mirada, boqueó sorprendido por lo que encontró. Las facciones del hijo de Fengmian se distorsionaban en dolor y angustia, mientras que con su mano derecha se tomaba el pecho tratando de acallar el palpitar de su corazón, pues... dolía, dolía estar enamorado. Y que este fuera alguien indebido, lejos del criterio de tu familia, un amor imposible. Jiang Wanyin cayó derrotado con lágrimas frágiles en sus ojos, enojado consigo mismo, mientras un grito desgarrador se ocultó bajo el sonido de la cascada cayendo. Lan Xichen cerró los ojos y abrazó al Jiang sintiendo la misma desolación de su compañero, con su alma herida y el corazón tratando de darles a entender lo que eran, destinados, dos almas nacidas de un mismo núcleo, pero que por circunstancias del universo se hallaban en dos extremos opuestos de la rueda de la vida.

Dulce melocotónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora