Las Doce

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El reloj marca las doce,
el silencio es llenado por el crujir del viejo sillón,
cada vez late más rápido mi corazón,
porque sé que esta noche tampoco llegarás.

Cada día, las doce campanadas del antiguo reloj
llenan el espacio que dejaste con tu partida
y cual mal sanada herida
todavía dueles en lo profundo de mi ser.

Soy un loco, lo sé,
pero loco por tu amor,
ese que me diste un día
y otro me lo arrebató.

Aunque estoy cansado de esperar
esta esperanza es lo que me mantiene vivo
por eso, a las doce, todas las madrugadas
esperaré a que regreses conmigo.

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