Me levanté de mi cama y me tallé los ojos.
Mala Idea.
¡Ahora no puedo parar de hacerlo!. Van a terminar más rojos que el cabello de Hayley Williams, Dios.
Cuando por fin pude dejar de frotarme los ojos como estúpida, me dediqué a mirar un zapato que estaba a los pies de la cama. En ese momento me parecía lo más interesante del mundo, pero después de unos dos o tres minutos comencé a buscar a mi hermano por toda la casa. Cuando estaba a punto de llamar a la policía porque no encontraba a ese idiota, me di cuenta de que dejó un post-it pegado a la nevera; al parecer tuvo que viajar para hacer unas prácticas de la universidad, lo bueno es que hizo algunas compras antes de irse. Genial, ya no moriría de hambre.
Ya que estaba sola y con la nevera llena, me dediqué a buscar algo que se me antojara. Quería algo dulce y, al parecer, al tonto se le olvidó comprar mi dosis diaria de chocolates marca Godiva. No suele comprarme muchos de esos ya que son caros, pero son mis favoritos; podría considerarme una adicta al chocolate en general, pero esta marca ha logrado cautivar a mi sentido del gusto. Mi hermano no me había dejado mucho dinero ya que sólo se iba por una semana, no podría comprar de los que me gustaban, así que tomé un poco del dinero, me arreglé para parecer una persona decente y salí a la pequeña plaza que quedaba cerca del conjunto en el que vivía.
No caminé mucho y, al llegar, me puse en disposición para ir a la zona de dulcerías, la cual quedaba más al centro de la plaza. Solía venir mucho por aquí ya que la mayoría de las tiendas dan muestras gratis y yo amo lo gratis. Caminé por toda la zona hasta que pasé por la tienda donde mi hermano me compraba mis Godiva y estaba cerrada, al parecer.
Tenía pensado ver si tenían alguna muestra gratis, pero parece que no. Barrí el pequeño sector con la mirada y me di cuenta de que había una dulcería que no estaba allí antes. Me adentré en el lindo lugar por mera curiosidad y puse toda mi atención en la pequeña vitrina dónde había distintos tipos de caramelos y otros tipos de dulces. Lo que más llamó mi atención fue una pequeña fracción del aparador en dónde estaban los chocolates. Parecían hechos en el mismo lugar y había de diversos sabores. El aroma de estos era intenso, haciendo que la boca se me hiciese agua. Un pequeño golpeteo en el cristal hizo que me sobresaltara.
Okey, terminé de derramar mis babas cuando vi al lindo chico que estaba enfrente de mí. Era pelinegro y de ojos marrones, bastante alto a mi parecer y de facciones marcadas, pero tenía una apariencia bastante tierna. Estaba lindo y todo, pero no me iba a poner como tonta, no tenía ganas de pasar vergüenza.
-Hmn... Hola. ¿Qué vas a querer? – Habló. Al diablo, ya me idioticé con la voz de este hombre. Los capilares de mis brazos se erizaron y me puse bastante nerviosa. ¡Es hora de que te calmes, Steph!
-¿Qué puedes ofrecerme? – Es un milagro del Señor Jesucristo que no me haya puesto a tartamudear.
-Yo sólo puedo ofrecerte lo que hago, y ese es el chocolate que te quedaste viendo en el aparador. Es mi sección de la dulcería, después de todo.
- ¿Los haces tú? – Parece que se apenó un poco, ¿Por qué será?
-P-pues, sí. Aunque no estoy seguro de que sean tan buenos, no vienen muchos clientes ya que prefieren comprar en la tienda vecina - Voy a terminar convulsionando si este chico no deja de ser tan tierno. Voy a comprarle, vamos a ver si me gustan tanto, o quizá más, que mis preciados Godiva.
-¿Cuánto me costarían dos cajas de bombones? – Parece que se emocionó. Me ha tomado de la mano y me llevó hacia una mesa tipo bar que había al lado de las vitrinas. Lo esperé por alrededor de un minuto y regresó con una bolsa.
- Ambas cajas serían dos dólares, pero coloqué otra más en la bolsa. Cortesía de la casa – Me sonrió de una forma demasiado cautivadora y tomé la bolsa. Comencé a caminar hacia la salida, no sin antes murmurarle un pequeño 'Gracias' y empecé a sacar la primera caja.
- ¡Vuelve pronto! – Oh, claro que lo haría.
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❝Chocoholism❞
Romance𝒟ó𝓃𝒹𝑒 𝑒𝓁𝓁𝒶 𝓈𝒾𝑒𝓂𝓅𝓇𝑒 𝓋𝒾𝓈𝒾𝓉𝒶 𝓊𝓃𝒶 𝒹𝓊𝓁𝒸𝑒𝓇í𝒶 𝒹𝑜𝓃𝒹𝑒 𝓋𝑒𝓃𝒹𝑒𝓃 𝒹𝒾𝓈𝓉𝒾𝓃𝓉𝑜𝓈 𝓉𝒾𝓅𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝒸𝒽𝑜𝒸𝑜𝓁𝒶𝓉𝑒𝓈 𝒰𝓃𝑜, 𝓅𝒶𝓇𝒶 𝒸𝑜𝓂𝑒𝓇 𝓁𝑜𝓈 𝒸𝒽𝑜𝒸𝑜𝓁𝒶𝓉𝑒𝓈 𝓆𝓊𝑒 𝓁𝑒 𝑒𝓃𝒸𝒶𝓃𝓉𝒶𝒷𝒶𝓃. 𝒴 𝒹𝑜𝓈...