A TI TE QUIERO ESCRIBIR (3ª CARTA)

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GRACIAS

Al final tuve valor y di la vuelta a la idea que tenía sobre la carta. Al final te la di. Al principio lo hice porque no quería que te fueras del todo sin despedirse correctamente y sin cerrar bien la herida y por completo.

De verdad no esperaba que me llamaras aquella tarde lluviosa de diciembre, dos semanas antes de navidad. Pero fue agradable y mi corazón palpitó de alegría por el simple hecho de poder verte por última vez y poder despedirme del todo.

Porque te lo debía por todo lo que te hice pasar, simplemente tenía miedo. Pero ya no. Gracias a ti aprendí que por mucho que me hagan daño, por mucho que rompan mi corazón, siempre puedo levantarme y curar las heridas, aunque lleve tiempo y necesite ayuda.

Sé que no será fácil al principio, porque soy muy desconfiada y porque tengo miedo de salir herida, pero, viéndolo desde otro punto de vista, es otra manera de sentir esa adrenalina que me gusta y a la que soy adicta.

Por eso te lo debo. Te debo todo lo que hiciste por mí, como quedarte de madrugada hablando conmigo porque no podía dormir a pesar de que tenías sueño y al día siguiente tenías examen. Y por todas las experiencias nuevas que me enseñaste. De verdad, nunca pensé fuera tan gratificante pintar un lienzo explotando globos de pintura con dardos, o salir de madrugada a pasear observando todo lo que pasaba, cada detalle. El ruido de las ruedas de un coche al pasar sobre los charcos de agua o escuchar las gotas de agua caer sobre el paraguas o contra los cristales de los escaparates.

Pero, sobre todo, gracias por leer la carta y por darme una oportunidad de decirte todo eso a la cara, y de cerrar bien ese círculo que, de algún modo, seguía uniendo nuestras vidas.

Me citaste una tarde lluviosa, en un pequeño café que acababan de abrir en la avenida principal. Me gustó ese sitio, era tan cálido y hogareño. Perf ecto para reencontrarse con un viejo amor, para dejarlo ir poco minuto después.

Al principio tuve mis dudas, de que me hubieras citado solo porque querías burlarte de mi carta y echarme en cara todo, pero no iba a dejar que eso pasara, no iba a ser como era antes, no iba a dejar que el miedo o las dudas me gobernaran. Si había una posibilidad de que eso ocurriese, la iba a afrontar, porque te lo debía y me lo debía a mí. Ya estaba cansada de huir.

Me relajé cuando vi que me sonreías al entrar, no era esa sonrisa que me dabas cuando estábamos juntos, pero si una sonrisa dulce y cálida. Una sonrisa de que me perdonabas, pero aun así necesitabas oírlo de mis labios.

Te sentaste y me miraste sin decir nada, aun con una sonrisa, dejándome todo el tiempo que quisiera para poder decírtelo todo. Desde el principio hasta el final, para dejar esa carga que llevaba y hacer más ligero mi camino hacia delante.

No pude retenerlo más, lo dije. Nerviosa y torpe lo dije. Con lágrimas de culpa lo dije. Dije todo lo que sentía por hacértelo pasar mal, por los gritos, las ignorancias, los cambios de humor, las promesas y sueños rotos, las mentiras... Todo, hasta el por fin y deseado "Me di cuenta de que me había enamorado de ti, pero me negaba a aceptarlo".

Y esperé, esperé a que me contestaras. Vi como dejaste de mirarme y empezaste a remover el café. Me mordí los labios, ansiosa y mis piernas temblaban, pero aun así no dije nada, me aguanté las ganas que tenía de que contestaras rápido. Te dejé tu espacio para pesar y cuál iba a ser tu última jugada. El jacque lo tenía, me faltaba el gran e imponente jaque mate.

El tiempo se paró cuando vi tu cara levantarse para mirarme. Tus ojos se clavaron en los míos y me sorprendí al ver lo que pensaba que ya se había esfumado como el viento.

Pero aún mayor fue mi sorpresa al escucharte. "Quizás podamos volver a intentarlo" me miraste esperando una respuesta "Al fin y al cabo todos tenemos una segunda oportunidad, ¿no?" Me sonreíste.

Me quedé helada, no había planeado nada, realmente, contigo era imposible planearlo, por eso me enamoré de ti, porque rompiste todos mis esquemas y porque me dabas todo lo que deseaba con una simple sonrisa o una mirada; ese huracán y esa adrenalina, mis dos pilares fundamentales.

Me pregunté sobre aquella chica con la que salías, pareciste leerme la mente porque me explicaste todo sobre ella y que no estabais saliendo. Que ilusa fui, pensaba que sí, aunque no os veía juntos de la mano o besándonos. Supongo que tendría que haber observado todo.

Pero, en conclusión, gracias, por leer mi carta, por citarme, por escucharme y por darme una última oportunidad y lo que muy en el fondo deseaba.

Gracias por confiar en mí una última vez, por amarme y por hacer que me enamorara de ti.

MEMORIAS DE NOCHES EN VELAWhere stories live. Discover now