Capítulo 3

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Al parecer, la vida decidió dejar de golpear a Draco. Lo que Potter le había dicho tuvo un impacto en él que nadie había conseguido en muchos años. Después de pensar en el asunto un par de horas, decidió finalmente agradecer de manera formal el gesto. No quería que Potter malinterpretara el hecho de no haberle correspondido su lindo gesto de consolarle. Intentó ser lo más sincero posible.

"Potter, algo muy dentro de mi alma me exigía agradecerte por tu ayuda, así que aquí estoy  mandando mi orgullo justo a la jodida mierda por ti, siéntete orgulloso, nadie había logrado ese efecto. Quería que supieras que tus palabras me sacaron del inmenso dolor en el me encontraba.
Gracias, en serio. Espero poder agradecerte algún día.

Ahora, con respecto al abrazo, también me disculparé por no haberlo correspondido, no lo tomes a mal, es sólo que mi asombro era demasiado. De no haber sido por la situación, lo hubiera correspondido con gusto.

PD: espero que esto último no te suba el ego, sigues siendo un idiota, pero te consideraría agradable.

DM."

Concluyó, llamó rápidamente a su lechuza y amarró la carta antes de poder arrepentirse. Al ver al animal llevar no sólo el entrego, sino también su dignidad para tirarla por un barranco, efectivamente, se arrepintió. Tal vez podría llevarme también a mí y dejarme en algún lago con pirañas,
Pensó antes de llevarse una mano a la cara.

Decidió no ocuparse en ese momento por la respuesta. Tenía otro asunto por el cual preocuparse. Sucedía que desde que llegaron a la Mansión Malfoy, Scorpius se había encerrado en su habitación. En los días que habían transcurrido, el niño sólo bajaba por comida cuando Draco no estaba en la cocina, evitando así verle y dirigirle la palabra. El mayor supuso que estaba sensible por su madre, y había decidido darle tiempo y espacio. Al no obtener respuesta con el paso de los días, creyó que era hora de intentar hablar con él y consolarlo como el buen padre que era. Salió de su despacho, bajó las escaleras, pasó la sala y la cocina hasta cruzar el pasillo que conducía a ambos cuartos. Se encontró con la puerta de la habitación cerrada, escuchó la música proveniente del disco que le había hecho comprarle en una tienda muggle. Tocó ligeramente la puerta.

-Scorpius... ¿te encuentras bien? -preguntó con calidez.

-Sí, padre. Estoy bien... ¿puedes traerme comida, por favor? -escuchó decir a Scorpius amablemente. Se quedó en silencio unos segundos pensando cuál sería la mejor forma de preguntar qué era lo que pasaba.

-Te traeré comida si primero me dices qué sucede -respondió finalmente Draco con tranquilidad. Escucho que el niño caminaba y la música se detuvo.

-Papá, yo... No puedo dejar que me veas -contestó Scorpius con tristeza, se podía escuchar, aun a través de la puerta, el nudo que se estaba formando en su garganta.

-¿No quieres verme, Scorpius? -la voz de Draco sonó tranquila pero con un pequeño toque de tristeza.

-¡Claro que quiero verte! Es sólo que... -y se hizo el silencio por unos segundos, como buscando las palabras correctas -Es sólo que yo no quiero que estés triste, y dijiste que recordabas a mamá cada vez que me veías -se volvió a escuchar que estaba intentando contener las lágrimas -Es muy triste escuchar que quieres morir, papá -escuchó su llanto -Yo no quiero que mueras...

-Te amo Scorpius, y lamento haber dicho eso, no te dejaré solo, nunca... Por favor no te sientas culpable de nada, eres lo mejor que me ha pasado, siempre lo serás... Por favor Ábreme -no pudo terminar la oración cuando escuchó girarse la perilla. Dejando ver a un pequeño Scorpius aun en pillama a esas horas de la tarde, con lágrimas pero una pequeña sonrisa.

Deathly ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora