Katia seguía buscando una escapatoria cuando la puerta volvió a dar paso a la sombra de Necat, que por la iluminación del atardecer se desplegó por la estancia formando una estela gigantesca y atormentadora, tal y como le resultaba en aquellos instantes su presencia a nuestra protagonista.
Llegaba refunfuñando algo que la pragmodia no logró distinguir, pero tampoco quiso preguntar, ya que había tomado la decisión de permanecer en silencio. A fin de cuentas, allí no había nada que pudiera hacer para salvarse, y no quería enfurecer al mago para que no la convirtiera en cenizas en cuestión de segundos. Tenía en consideración que Necat no provocaría la ira de su padre de tal manera, pero también que tal cosa como la lealtad no existía por esos lares, así que consideró más inteligente no arriesgarse.
–¿Te ha sentado bien la siesta? –inquirió el recién llegado, sin siquiera girarse a mirar a la interrogada.
–Que te den.
Escuchó cómo una carcajada escapaba de entre los labios de su secuestrador. Era ronca y punzante, casi podía sentirla regurgitar de su propia garganta. Era una risa que no ayudaba en el intento de Katia de creer que el mago no sería capaz de ponerle un dedo encima, pues sonaba macabra, aunque acompasada. Casi como una hipnosis de muy mal gusto.
Necat se cernía sobre su mesa, frunciendo el daño, tratando de esclarecer algo en medio de su desastre de papeles arrugados. La chica se encontraba intrigada ante toda la preparación que estaba llevando a cabo el mago para una simple expedición, así que no pudo retener la siguiente pregunta.
–¿Qué pretendes hacer exactamente? –Él no respondió. Ni siquiera se dignó a mirarla. Al parecer, su pregunta no le había resultado lo suficientemente inteligente como para merecer respuesta, o simplemente ni siquiera él contaba con una–. No entiendo tanta vuelta de un lado a otro cuando lo único que debemos hacer es ir y plantar cara a ese supuesto líder tragodio.
Un gruñido resonó en la habitación. En aquellos momentos, la pragmodia temía por su vida, pero aquello no acallaba las preguntas en su cabeza. Era curiosa por naturaleza. No era capaz de para quieta hasta encontrar soluciones a todos sus problemas, y aquel le concernía directamente en ese momento.
El brujo dibujó un círculo con la mano, formando un torbellino que recolocó todas las hojas de distinta manera. Lo cierto es que su dedicación extrañaba a Katia. No comprendía por qué estaría tan interesado en ayudar en el conflicto entre pragmodios y tragodios si, a fin de cuentas, él no constaba en el archivo como un habitante real de las islas.
Aquello era algo que había aprendido cuando aún era niña, lo que más la había sorprendido. Ni hadas, ni animales, ni parientes de pragmodios constaban en el archivo; sólo quienes ejercían. Aquel dato era una especie de seguro que certificaba que de ningún modo se tenía que ver obligada a formar parte de un mundo que no le había hecho nada excepto daño.
–¿Por qué lo haces, Necat?, ¿por qué les ayudas? –quiso saber. –Ellos no harían lo mismo por ti, lo sabes, ¿verdad? Sólo te utilizan porque les convienes –. A pesar de que podría haber tratado de utilizar sus argumentos para que el mago le dejara escapar, realmente quería comprender el motivo por el que querría verse vinculado a toda esa basura que ella trataba de evitar a toda costa.
Nada más escucharla pronunciar esas palabras, Necat se giró inmediatamente, con gesto enfadado. Al parecer, había tocado un tema que probablemente hubiera sido mejor dejar estar, al menos hasta que él confiara más en ella, si es que tal suceso podía llegar a darse.
–Sigues sin entenderlo, ¿verdad? En serio que es increíble –alzó sus manos en señal de redención–. No hay alternativa, Katia –confesó, agachándose hasta colocarse a su nivel y mirándola fijamente a los ojos–. Puedes tratar de evitar tu destino, puedes ignorar el hecho de que las cosas no salgan como esperabas, pero no puedes hacerlo desaparecer.

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Black-hearted
ФэнтезиKatia emprende un viaje a una isla escondida en el océano Atlántico, un lugar idílico donde le esperan ansiosos los brazos de su padre, recuerdos que creía haber dejado atrás y múltiples aventuras que le harán reconsiderar todo cuanto había creído h...