Lissa estaba jugando con las sábanas de mi recámara, llenando todo de pelos.
—Por segunda vez, ¡bájate de allí! —Sacudí un poco la esquina de las sábanas que cubrían la cama y la ahuyenté para que fuera a lamerse a otro lugar.
Es una gatita encantadora pero no sabe lo que es la privacidad, además esas sábanas no se lavan solas.
Eran casi las dos de la madrugada, un airecito fresco pasaba entre las delgadas cortinas que cubrían las ventanas semiabiertas. Esto era bueno, hacía un calor espantoso, aunque me daba más calor al pensar que si mis padres se daban cuenta que trasnoché para terminar de ver mi serie, seguramente no volvería a jugar en un largo tiempo. No me agrada la idea de desobedecerlos, pero esta serie vale la pena.
Por otro lado, a quien no podía desobedecer era a mi cuerpo y en ese momento mi estómago demandaba un refrigerio, tenía hambre y sed. Bajé sigilosamente a la cocina esperando no levantar a nadie, sin embargo mi torpeza hizo que me tropezara en el último escalón. Quisiera poder ser más cuidadosa, pero eso no está en mi naturaleza. ¡Casi desfiguró mi bello rostro!
Conseguí el vaso con agua y busqué hasta el fondo de la nevera algo para comer.
Un rato más tarde el crujido de un vidrio siendo quebrado, proveniente de la sala, se escuchó en medio del silencio de la madrugada. Me sobresalté. Luego me tranquilicé pensando que sería el viento o uno de esos fantasmas que no tienen nada mejor que hacer que meterse a las casas a asustar, como si les fueran a dar propina por eso.
Sin embargo, dejé de pensar estupideces cuando unos pasos apresurados se dirigían al segundo piso. El momento se tornaba serio, había ladrones dentro de mi casa. ¡Había ladrones dentro de mi casa!
No creo que quieran algo de café. Mi cuerpo se tensó y mi respiración comenzó a acelerarse. No sabía cómo actuar. Me levanté lo más rápido que pude y fui a gatas hasta la sala. ¡Hay madre mía! El vidrio de una de las ventanas estaba hecho añicos.
No voy a ningún lado sin mi teléfono, esta vez no era la excepción, lo tomé con los dedos fríos y temblorosos. Marqué el número de la policía. Tuve que susurrar un poco para reportar lo sucedido, luego de eso caminé de puntillas al segundo piso, ¡Debí haber ido a la escuela de ballet el verano pasado!
Ese alguien estaba husmeando entre las habitaciones... abría y cerraba puertas de forma apresurada, como alma que lleva el diablo.
Un maullido alargado se escuchó luego de que entrara a mi habitación. Había asustado a la pobre Lissa. Unos cuantos maullidos más y salió de allí.
Corrí hasta mi habitación para ver si mi gatita aún seguía asustada. Me la imaginaba temblando y escondida debajo de mi cama. Mas no fue eso lo que encontré al entrar. Su cuerpo estaba tendido sobre el piso, sus patitas aún estaban tibias y sus ojitos entreabiertos. Reposaba sobre un pequeño riego de sangre que salía de una cortada profunda que tenía en el cuello y otras más pequeñas que habían sido talladas en su frágil cuerpo. Algo es claro, los gatos no tienen siete vidas, y si las tienen, a Lissa se las arrebataron todas de una sola vez. Él verdaderamente es un monstruo. Me dolía mucho el verla así, ella que era como una hermana para mí... no pude contener las ganas de llorar mientras acariciaba su cabecita como lo había hecho siempre.
Entonces reaccioné, él seguía dentro y... ¡Mis padres! Ellos siguen dormidos, sin saber que alguien estaba en su casa buscando lo que sea que esté buscando.
Aquel ser se había percatado de mi presencia. Mi respiración se mantenía acelerada mientras corría hasta su habitación. ¡Ese ser inhumano tenía velocidad sobrehumana y me ganó entrando antes que yo a la habitación! La puerta se cerró. Traté de forzar la cerradura para entrar, estaba bloqueada.
Empecé a desesperarme cuando esta no cedía. Mis padres habían despertado debido al escándalo que estaba haciendo, se escuchaba cómo tiraba las cosas de la habitación, rompiendo todo aquello que fuese frágil. Mi madre soltó un grito en el que pude escuchar su miedo. Papá trataba de protegerla. Me rendí de forcejear, la puerta no iba a ceder.
Mientras tanto, allá dentro los gritos de mis padres se iban ahogando hasta que no quedó más que el silencio. Temí lo peor.
La puerta se abrió de golpe, él salió de la habitación. Levanté la mirada, una mirada acusadora y con odio. Ese ser diabólico estaba allí, parado de espaldas. No se movía, no emitía sonido alguno, no trató de hacerme daño. Empezó a soltar unas cuantas risas que poco a poco se unieron para formar una sola, grave y malvada. Yo esperaba que esto fuese un mal sueño.
Él giró su cabeza hacia donde estaba yo, dirigiéndome una mirada. Estuve lista por si trataba de hacerme daño, pero nada pasó. Lo único visible en aquel ser eran unos ojos amarillos que brillaban en la oscuridad. Pude sentir como me decía "Hola" con la mirada, se burlaba de mí, disfrutaba el verme así. Detuve el recorrido de una de mis lágrimas con los dedos de mi mano izquierda.
Antes de que yo hiciera una hazaña, volvió a la habitación, saltó por la ventana y desapareció entre las tinieblas.
Mis padres estaban atados de pies y manos, trataban de decirme algo pero sus labios estaban atados con vendajes, para que no hablaran. Por un momento callé y pude escuchar un sonido que hacía "Bip". Me percaté de lo que era y entré en pánico. Ese maldito había activado una granada y estaba por explotar.
—¡Tenemos que salir de aquí! —dije mientras trataba de desamarrarlos, las ataduras eran verdaderamente fuertes. La granada iba a explotar en cualquier momento. No iba a dejarlos solos. O morimos todos o no muere nadie, pero me niego a irme.
Mi madre consiguió hablar, forcejeando para hacer caer el vendaje que cubría su boca.
—¡Vete hija! ¡Sálvate! Hazlo por mí, por favor —dijo entre lágrimas, mi padre también estaba destrozado, sus ojos me lo decían.
Yo negué, no quería separarme de ellos. Las lágrimas seguían brotando de mis ojos. Para qué iba a vivir si ya no podía tenerlos a mi lado. Me quedaban 3 segundos para decidir qué hacer, 2... 1... Tuve miedo y salté por la ventana.
Caí entre la grama que rodeaba mi casa. Miré hacia atrás, un incendio se había desatado, en él ardían los cuerpos de mis padres y también el de mi Lissa. Los había asesinado. Sentí en lo más profundo de mi ser cómo algo se desprendía de mí. Me había quitado a las dos personas que más amaba. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, las cuales salieron a recorrer mis mejillas.
¡Esto no va a quedar así! Escuché como las sirenas de policía llegaban a mi casa. Tarde, muy tarde.
No sé quién sea, no sé por qué lo hizo pero algo me dice que... Nos volveremos a ver y su máscara caerá.
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Ojos de gato
Misterio / SuspensoDespués del repentino e inexplicable asesinato de sus padres, fue necesario que dejara la vida a la que estaba acostumbrada para empezar de nuevo bajo la tutela de Sabine, su tía, en un pueblo distinto y desconocido. En ese lugar algo extraño ocurr...