Luego de rogarle a Sabine que me dejara hacer una pijamada con mi amiga Aria y asegurarme de que accediera, comencé a ordenar en mi cabeza los últimos sucesos, tenía mucho que contarle a mi amiga y también tenía un plan que quería llevar a cabo esa noche.
Luego de dos largas horas y muchos mensajes de WhatsApp, Aria me confirmó que le habían dado permiso para dormir en mi casa esa noche.
Pasamos la noche en mi habitación viendo películas de terror y devorando bocadillos, aparentamos una pijamada normal mientras esperábamos que mi tía se durmiera. Aria estaba un poco asustada, el terror no es lo suyo, pero se veía tierna mientras temblaba abrazando una almohada.
Cuando la noche empezaba a irse, dando paso a la madrugada del día siguiente, nos aseguramos de que Sabine estuviese dormida y que nada pudiera despertarla. Entonces comencé a contarle a Aria lo que había encontrado.
Ella me miraba fijamente mientras le relataba cómo entré a rastras a casa de Damián, lo que él me había dicho y lo que había encontrado en la mochila, también tuve que contarle la historia de cómo perdí a mis padres...
Cuando terminé de hablar, ella se mantuvo en silencio por un largo rato. No me había interrumpido ni una sola vez y meditaba mis palabras. Cuando por fin rompió el silencio, dijo:
—¿Estás segura de que es la misma pañoleta? Quizá la confundiste, puede que hayan miles de pañoletas idénticas.
—Es posible, pero tengamos en cuenta lo que dijo Maira, la misma profesora la bordó. —Algo incomodaba a Aria cuando escuchaba mencionar el nombre de Maira, pero ¿Por qué...?
Lo que ha sucedido alrededor de Damián no tiene mucho sentido, primero la navaja y luego la pañoleta en su mochila, todo apunta a que él tiene algo que ver con lo que está pasando. Aunque a decir verdad, este chico nunca me dio buena pinta; por otro lado, dudo que sea tan descuidado y vaya por allí dejando pistas.
Sabine dormía profundamente, era la hora perfecta. Aria salió primero de la habitación, yo la seguía. Juntas nos dirigimos hacia aquel pasillo, la habitación seguía cerrada, la única luz que había eran las linternas de nuestros celulares.
Creí que por ser viejas, las escaleras que daban al ático rechinaban como en las películas de terror, pero no fue el caso.
—Exactamente, ¿Qué buscamos?
—Lo que haya producido aquella melodía
Habían muchos electrodomésticos viejos, ropa vieja y usada, generalmente todo lo que había allí era basura y chatarra. Había un muro de cajas enormes apiladas unas sobre otras que contenían más cosas viejas y un cofre de plata en uno de ellos, esto llamó mi atención.
Lo saqué y esperé que no estuviera cerrado con llave o alguna otra cosa parecida. Me di cuenta que el cofre tenía un candado viejo y oxidado colgando de la cerradura. Sin embargo, estaba abierto. Era como si alguien hubiese estado viendo su contenido y había olvidado volverlo a cerrar, es posible que Sabine haya estado aquí horas o días antes.
En su interior, había una serie de objetos que al parecer Sabine atesoraba, sin embargo lo que despertó mi curiosidad fue un álbum de fotos que estaba justo encima de las demás cosas.
Había muchas fotos de Sabine cuando era pequeña, en otras aparecía ella junto a otra niña, se veían tan felices. Ambas niñas usaban vestidos de diferentes colores en la mayoría de las fotos mientras posaban abrazadas. Eran fotos que capturaban momentos tiernos y bellos de la infancia de Sabine, pero en ninguna de ellas aparecía su gemelo, mi padre. La otra niña tenía un parecido muy grande a mí... a mi mamá.
—Aria, mira esto. —Le mostré las fotos.
—Son fotos familiares ¿no? —dijo, sin entender por qué les daba tanta importancia—. ¿Hay algo raro en ellas?
—Sí, se supone que Sabine es mi tía, por parte de familia paterna. Pero estas fotos, son todas de mi familia materna.
Ella meditó por un rato tratando de encontrar alguna razón lógica para todo aquello, pero al parecer no la había. Mientras yo trataba de poner en orden mis ideas, ella tomó el álbum y comenzó a pasar las fotos una a una, hasta que llegó al final y encontró algo más, una foto distinta.
En ella había una niña de aproximadamente cinco años edad, tenía un vestido rosa muy precioso que le llegaba por encima de las rodillas. Sus zapatillas eran blancas y hacían juego con la diadema floreada del mismo color, adornaba su largo cabello castaño. Al fondo se veía esta casa, pero mucho más nueva y reluciente, la niña posaba adorablemente, su mirada lucía perdida y su sonrisa era muy tierna.
—¿Quién es? —preguntó Aria mirando la fotografía un rato más.
—No sé, no la conozco —dije retirando la foto del álbum para sostenerla entre mis dedos y verla de cerca.
Aria se percató que al reverso de la fotografía había algo, una inscripción. La caligrafía de la persona que escribió esto era muy fina.
Olive Bradley
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El despertador sonó escandalosamente. Hicimos un esfuerzo por levantarnos y bajar a desayunar. Me mantuve jugando con la cuchara y el plato de cereales, mis pensamientos aún giraban en torno a Olive. Me preguntaba quién podría ser y por qué nunca llegué a conocerla. Aunque, esto último no me sorprendía tanto. Si esa chica forma parte de la vida de Sabine todo tendría sentido porque a mi tía tampoco la conozco del todo.
Sabine es, según lo que mis padres me contaron, la hermana gemela de mi padre. Su trabajo la mantiene ocupada la mayor parte del día, aunque no sé exactamente cuál es, pero era la razón de sus escasas visitas a mi antigua casa.
Tendré que husmear un poco más si quiero saber sobre Olive porque preguntarle a Sabine no es una opción.
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¡Hola!
Tengo que decir que hasta acá pausaré la historia, se acabaron mis reservas de capítulos y dudo tener tiempo de seguir escribiendo.
Hasta la próxima. ¡Nos leeremos pronto!
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Ojos de gato
Mister / ThrillerDespués del repentino e inexplicable asesinato de sus padres, fue necesario que dejara la vida a la que estaba acostumbrada para empezar de nuevo bajo la tutela de Sabine, su tía, en un pueblo distinto y desconocido. En ese lugar algo extraño ocurr...