Prólogo

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Traición

Jungkook miraba desde su trono como los demonios más pequeños y débiles se alineaban para darle una marcada reverencia. Cada uno de los espectros tenía en sus manos una pequeña esfera de luz color escarlata que brillaba con intensidad y que era presentada al Rey.

— Amo, estas son las almas más malignas que hemos encontrado — habló el primero, un demonio de aspecto grisáceo y contextura redonda en cuya espalda reposaban dos alas semejantes a las de murciélagos. Su voz volvió a sonar con ese mismo tono que se apreciaba como tres voces juntas — Han pasado por cada uno de los infiernos, sin embargo, aún son débiles comparados con usted. Amo, decida que haremos con ellos.

Jungkook los miró con aburrimiento, sus negros ojos miraban con absorbente oscuridad aquellas esferas escarlatas. Lentamente se levantó de aquel trono que había conservado desde que el tiempo era tiempo y el existir existía; sonrió de lado cuando los otros tres demonios volvieron a reverenciarlo. Al ponerse de pie su cabello largo y oscuro se acomodó junto a su túnica dorada y negra, Jungkook bajó los diez escalones que les separaba de aquellos demonios y terminó frente a Chuks, el demonio grisáceo.

— ¿Dices que esas almas podrían derrocarme? — su voz retumbó en las paredes de mármol, tan profunda y vacía. Los demonios hicieron otra reverencia.

— Mi señor, bien sabemos lo que ahora "Dios" ha proclamado. Cualquiera cuyo poder sobrepase al suyo propio, será el nuevo Rey.

— Sé lo que ha estipulado el anciano, y yo te pregunto a ti, ¿Crees que un insignificante asesino, violador, ladrón o estafador podría sentarse en mi trono? ¿Un mísero humano?

Chuks intentó mantener su ruidosa respiración calma. Miró a su Rey y luego miró la esfera escarlata, esa que brillaba con tanta intensidad como si de sangre se tratara. Su mirada volvió al Rey, quien sin rastro de emociones le miraba.

— Debo decir mi Rey, que está alma es sumamente peligrosa. Es débil, si, pero con el potencial de ser un candidato a su puesto, Amo.

— Dame esa Alma — ordenó Jungkook estirando su largo brazo. Chuks se la entregó con una reverencia — Lleven las otras dos a donde sea que pertenezcan, son débiles. Sus luces a penas se ven, no pasarían el entrenamiento. Luck — llamó al pequeño demonio que mas bien parecía un cerdo con cuernos — Llama a TaeHyung.

El demonio rojo hizo una reverencia — Como usted ordene, mi Rey — y despareció como si cenizas fuera.

— Mi Rey — el otro demonio, uno verde con aspecto de serpiente y con cuatro pares de alas, con reverencia se marchó también del lugar.

Jungkook volvió a posar su vista en el alma que tenía en sus manos.

— Mi amo, ¿Qué es lo que hará con esta alma?

— Estoy aburrido.

Y para Chuks eso lo explico todo.

[Mil años después]

— ¡ERES UN PERRO DESGRACIADO! ¡¿OSAS ENFRENTAR A TU REY, QUIEN TE ENTRENÓ, QUE TE ENSEÑÓ TODO LO QUE SABES?! ¡¿TE ATREVES A TRAICIONAR A QUIEN TE HIZO LO QUE ERES?!

Chuks se encontraba sangrante y moribundo, sus alas perforadas y atadas a la enorme muralla de oro que daba la bienvenida al salón principal del trono. Su voz perdía fuerzas y sus ojos iban perdiendo la vida, pero aún brillaba en ellos el odio asqueroso que sentía hacía quien había sido su príncipe.

YoonGi lo miró con desinterés, limpiando de manera pausada su lanza de oro blanco, que se bañaba en la sangre de aquellos tres demonios inferiores. Sus ojos pronto de fijaron en el trono que majestuoso se alzaba en medio de aquel salón, caminó hasta posarse al pie de los diez escalones que le distanciaba de su ambición.

— ¡ESE TRONO JAMAS TE PERTENECERÁ! — bramó Chuks, sintiendo como su energía de evaporaba — Escucha esto... el Rey volverá y me odiarás por no haber desintegrado tu alma desde el principio.

— ¿Volverá? Ja... — YoonGi comenzó a subir esos peldaños, resonando en eco poderoso — Dices que él volverá, que el sello que le puse y que le mantiene en el mundo humano se eliminará y él volverá... ¿Chuks? Tu fama de sabio comienza a parecer muy grande para ti.

— Bastardo desleal...

YoonGi sonrió de lado y alzó los brazos, provocando enormes ráfagas de viento que elevaron sus vestimentas con elegancia. El infierno entero tembló ante el poderío que le obligaban a aceptar como Rey. YoonGi se sentó en el trono y todo acabó, porque él había obligado al infierno a reconocerlo como su nuevo Rey.

Chuks cerró los ojos y soltó su último aliento, anhelando con su putrefacta existencia el que su único Rey volviera.

El protegido del Diablo_ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora