Capítulo 3

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Observaba como cada uno de mis estudiantes seguía aquella coreografía que hace unos meses había preparado en conjunto con algunos de los maestros de la academia para el próximo recital, que en la actualidad se acercaba a pasos agigantados. Sus pasos eran coordinados, mostrándose en solo pequeñas ocasiones, descoordinaciones al ojo de un profesional mas no para el ojo del público en común, lo que provocaba que se generará un aura bastante encantadora debido al contenido de las canciones que cada uno de los estudiantes danzaba. Pequeñas notas melancólicas anunciaban la próxima obra musical, en la cual se centraría el clímax de la historia, que para mi desgracia vivenciaba el transcurso de mi vida en las recientes semanas, al tener como foco el desamor que podría ocurrir entre las personas o mejor dicho, entre los protagonistas de esta obra maestra.

Tanto era el esfuerzo físico por el cual transcurrían los bailarines al acercarse un recital de tan grande índole, que generalmente causaban estragos evidentes en su baile y mucho más durante los ensayos, por lo que no me sorprendió que al acercarse el final de uno de los momentos más importantes de la obra, uno de los alumnos cayera al suelo de una manera inevitable, que demostraba lo agotado que estaba. Un silencio llenó aquella habitación, mientras la mayoría de las miradas se paseaban entre el joven muchacho que se encontraba en el suelo, esperando una gran reprimenda y mi persona, que siempre me había caracterizado por ser uno de los maestros más insensibles en cuanto a la perfección, a tal punto de solo tener que mirar a los ojos a una persona para poder atemorizarla, si de baile se trataba. Mi mirada aún se mantenía fija en aquel muchacho, el que ahora mantenía la mirada gacha por la segura vergüenza que sentía en su cuerpo al ser el centro de atención por un error en su arte y no, por destacar de manera favorable como solía hacerlo, después de todo Hoseok siempre había sido un gran bailarín. Cuando dispuse mi boca para hablar, fui interrumpido por una voz que anunciaba que habría un pequeño descanso para que los estudiantes pudieran salir a relajarse y recomponerse de tan agotador momento como lo era un ensayo, lo que provocó que de manera inmediata, el gran salón quedará vacío a excepción de tres personas.

-Maestros Oh y Huang... Yo, necesito hablar con ustedes. -La voz de aquel muchacho que minutos antes había caído frente a mí, se alzaba para llamar mi atención y la de SeHun, el otro presente en el salón.- Yo deseaba pedirles perdón por mi error. Prometo que no se volverá a repetir.

-Tranquilo Hoseok, a todos nos puede pasar. -Mi amigo se dirigió a nuestro alumno, que en estos precisos momentos se encontraba mirando nuevamente al piso del salón.- Solo debes relajarte un poco y dejarlo fluir.

-Es verdad lo que dice el maestro Oh. Te he visto, sé que bailas con el alma pero eso no significa que tu cuerpo no necesite un descanso de todo esto. -Mi mano se apoyo en el hombro de aquel muchacho, provocando que su mirada se alzara y me observará directamente a los ojos.- No quiero verte ensayar más durante los descansos, a menos que sea estrictamente necesario Hoseok. Ahora ve con tus compañeros.

Posterior a dirigirle una pequeña sonrisa, pude observar como mi alumno salía del salón más tranquilo, después de todo había sobrevivido sin tener que pasa por una gran reprimenda de mi parte o por la parte del maestro Oh. Cuando me había dispuesto a caminar hacia el otro extremo del salón para poder beber agua y descansar, como lo hacían todos mis alumnos al exterior del aquella gran sala, sentí como un par de manos tomaban mi cintura por la espalda y dejaban pequeñas caricias en ésta mientras un mentón se ponía sobre mi hombro izquierdo, todo esto mientras de fondo sonaba una melodía. Al observar al frente, pude ver en el gran espejo, como SeHun me observaba a través del mismo con una sonrisa dando pequeños pasos que pertenecían a la coreografía que solo hace unos minutos el mismo Hoseok danzaba como protagonista con una de sus compañeras. Mi cuerpo casi en automático comenzó a danzar en silencio en conjunto a mi amigo, logrando aquella química que nos caracterizaba entre nuestros alumnos, quienes si bien sabían que no teníamos nada más que una amistad, lograban identificar aquellos sentimientos no correspondidos por una de las partes, que provocaba un aura mágica cuando bailábamos e interactuábamos, según la mayoría. Seguimos danzando unos minutos más hasta llegar a la parte del clímax, en el cual encontrándome frente a Hun, éste me alzó por la cintura hasta dejarme en lo alto por unos minutos para luego hacerme descender pegado a su cuerpo, hasta quedar nuestros rostros a escasos centímetros esperando aquel beso, que toda la audiencia esperaría pero que al igual que en este momento, nunca llegaría.

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