Capítulo #5

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Bueno espero les guste...

Capítulo súper largo no apto para amateurs.

°

Cuando Issei regresaba entre el tráfico de la última hora de la tarde, advirtió que había olvidado que era lunes y la gente realizaba sus tareas habituales, se detenía para comprar pan, llenar el depósito de gasolina y esperar aparcados en doble fila. Los últimos
cuatro días lo habían sacado de su rutina, dándole la impresión de que el resto del mundo se movía a un ritmo diferente y que su vida y la vida de la gente por la cual sentía afecto lo hacía de forma mucho más lenta.

Las personas que pasaban junto a él le parecían indiferentes, aunque sabía muy bien que ignoraban que Sirzerchs estaba muerto y que él se sentía dolido por eso.

La idea de regresar al apartamento vacío lo hizo aminorar la marcha.

Recordó a los hermanos de Sirzerchs, rodeados por sus amigos, conversando sentados sobre el césped. En un momento dado Issei estuvo a punto de reunirse con ellos, pero era mucho mayor. No habría encajado en ese grupo. La única persona con la cual hubiera deseado estar era Venelana, pero él era demasiado joven... Además, ya había abusado de su amabilidad. Al fin y a la postre, no era un miembro de la familia.

Al no tener otro lugar adonde ir, Issei se dirigió a su casa.

El apartamento se hallaba en silencio. Issei abrió las puertas corredizas y salió al patio, que daba al parque y desde donde se divisaba a través de los árboles el río Misisipí. Los últimos rayos del sol iluminaban las copas verdes, y un grupo de niños jugaba en el parque, bajo la atenta mirada de sus madres. La suya nunca lo había llevado a jugar a un parque.

Issei entró de nuevo en el apartamento, se aflojó la corbata, se desabrochó la camisa y sacó el faldón de los pantalones, abrió la puerta de la nevera y trató de no mirar el zumo de naranja de Sirzerchs mientras sacaba una lata de coca-cola. Abrió la lata, bebió un sorbo y notó que estaba encendida la luz roja del contestador automático.

Pulsó el botón de mensajes entrantes, esperó a que la cinta se rebobinara y bebió otro sorbo mientras oía la voz de un niño de doce años: «¡Qué demonios te ha ocurrido! Me prometiste que íbamos a hacer algo este fin de semana, que pasarías a recogerme e iríamos a nadar o algo por el estilo. Mierda, eres igual que todo el mundo; nunca hablas en serio. No te molestes en llamarme de nuevo. Tengo mejores cosas que hacer que quedarme esperando que un mentiroso me deje plantado.» Balberith.

Diablos, se había olvidado de Balberith.

Issei dejó caer a un costado del cuerpo el brazo que sostenía la lata de coca-cola mientras miraba fijo el contestador automático.

Balberith Clive, doce años, varón, ladrón, fugitivo, destructor de mobiliario escolar, ladrón de bicicletas, hijo desatendido de dos conocidos drogadictos, un reflejo de Issei a la misma edad.

Pobre chico. Su madre y su «padre» eran blancos. Balberith era de color marrón claro. Quizá esa fuera la razón por la cual su padre lo golpeaba de vez, en cuando, y también su madre.

Issei levantó el auricular y marcó.

"Sí, diga" respondió el muchacho.

"¿Balberith?" Se produjo una pausa y después.

"Mierda, ¿Qué quieres?"

"He recibido tu mensaje."

"Y con eso qué."

"¿Qué te parece si dejas que te dé una explicación?"

"¡¿Una explicación?! ¡Me mentiste! Me pasé todo el fin de semana pensando que iría al lago, pero no me llamaste. ¡Me has hecho quedar como un tonto! Mi amigo Euclid dice que todo son inventos míos. No puede creer que a un policía le interese una mierda como yo."

DxD: ¿Puedo Amarte? [IsseixVenelana] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora