Prólogo

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La arena por todas partes se movía, lo inundaba todo, no veía nada más. Era igual que estar en huracán de arena, te sientes débil por la sensación de incapacidad que te recorre el cuerpo al pesar en no poder salir de allí. 

No sé si Dios me escucho mientras le rezaba, porque de repente, por suerte o por desgracia, vi una sombra, una silueta con la forma de persona que se me iba acercando poco a poco. Cuando por fin alcancé haber bien los rasgos de aquel hombre, lo reconocí. 

- Erik!! -le grité.

No podía creérmelo. Al fin lo encontré después de tanto tiempo de búsqueda por aquel desierto. Se acercaba cada vez más y a la vez que lo hacía veía con más intensidad sus ojos azules, su tez del moreno perfecto, sus ropas rasgadas y todas las heridas que se había hecho durante el lago trayecto por este inmenso desierto. Necesitaba tocarlo, estar junto a él. Juntos podríamos buscar ayuda, salir de allí y volver a casa. Un solo  metro nos separaba. Cada vez menos. Estaba solo a medio metro de tocarlo, de poder abrazarlo. Solo un pasó más...

Por un momento todo desapareció ante mis ojos, Erik ya no estaba y en unos segundos desperté en una habitación de hospital y estaba envuelta en tubos. ¿Qué había ocurrido? ¿Qué era todo aquello? 

Espero que os haya gustado, porque no se si seguir escribiéndola, por favor opinar botar. Besos asta otra*-*

la soledad del desiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora