Capítulo 3: Aprendiendo

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Capítulo 3: Aprendiendo

Tantas cosas habían cambiado en tan poco tiempo, gracias al omnitrix había logrado cosas que ni en mis más locos sueños había imaginado con lograr. Poco a poco, mi nombre se esparcía por el país y el universo, conforme derrotaba a los enemigos que se me ponían enfrente, poderosos villanos para mi especie, que intentaban destruir o esclavizar mi mundo en su egoísta deseo de satisfacer su ambición. Pero debía admitir que no habría logrado todo aquello si no fuera por aquel hombre que me acogió. Mi abuelo, un anciano alfa con muchos secretos era la razón por la que al final había encontrado el camino.

Mi abuelo no era como los otros abuelos, tu abuelo podría haber pertenecido a la marina o al ejército y peleado en una guerra siendo condecorado por aquello, pero el mío había luchado desde joven contra seres de otros mundos como un "Plomero", policías intergalácticos que mantenían el orden entre las distintas especies que habitaban el universo, incluyendo las distintas castas. Se había retirado unos cuantos años antes de que yo naciera, pero su trabajo nunca fue olvidado, el nombre Maxwell Tennyson era sinónimo de valentía, honor, compromiso y heroísmo.

Gwen y yo no cabíamos del asombro cuando nos contó sobre ello.

En mi corta vida conocí muchos alfas, muchos de ellos arrogantes y pedantes, creyéndose lo mejor solo por su estatus, pero mi abuelo no era como ellos. Aquel alfa que estaba por sobre las castas y los rangos terrenales. Alguien que proclamaba la igualdad, defendiendo a los inocentes y a los débiles, incluso haciendo labores que para la época en la que se crio eran solo de omegas, como la crianza de los hijos y las labores domésticas, pues, él solo había criado a sus hijos ya que nuestra abuela nunca estaba a su lado (luego supimos la razón, pero esa ya es otra historia). Él rompía el molde y brillaba con una luz que aspiré a tener.

En aquel verano hubo muchos puntos clave que pusieron en duda lo que yo quería ser. La crueldad del mundo y mis propias ambiciones muchas veces estuvieron a punto de apartarme del buen camino, pero mi abuelo Max me ayudó a tomar las mejores decisiones. Y siempre se lo voy a agradecer.

Recordando aquellos años, vienen a mi mente recuerdos de mis primeros días bajo su cuidado, al menos los que puedo recordar. Recuerdo tener seis años, estaba con el uniforme de baseball, era mi primer partido. De alguna forma había logrado impresionar al entrenador y me permitieron unirme al equipo infantil. Estaba muy nervioso, temía que si fallaba los otros niños me hicieran daño y el hecho de estar nervioso me hacía sentir aún más temor y así sucesivamente dejándome al borde de una crisis de pánico.

Él se acercó a mí antes de que fuera mi turno para batear, me sonrió amablemente y dijo:

- esto es solo un juego, Ben, lo importante es que tú te diviertas en él, nada más – de alguna forma, su tono de voz comprensivo o quizás fue su mirada cariñosa, lograron que mi miedo desapareciera.

Claro, no ganamos el partido, pero yo logré batear todo lo que me lanzaron, aunque fuera en el tercer intento.

No todos los alfas eran como mi abuelo y aunque eso siempre lo supe, no evitó que me llevara varias magulladuras por mi exceso de confianza. Pues como habían alfas buenos, también habían malos.

Mi memoria ahora me lleva a Kevin Levin, un muchacho que conocí siendo ya portador del omnitrix, era un alfa, pero algo en él agradó. A pesar de su aspecto rebelde, creí en él, que era de confiar. No sé si fue un presentimiento a futuro, pero en aquel momento me costó mucho. Kevin, quien decía ser mi amigo, que me sonreía alegremente mientras me invitaba a jugar, aquel muchacho con el que hablaba tan confiadamente, aquel al que le conté mi secreto, solo me buscaba por eso. Él lo sabía desde un principio.

Creí que el seria mi primer mejor amigo. Pero resultó ser uno de mis más fuertes enemigos. Al menos en aquel entonces.

Kevin era un osmociano, un metahumano capaz de absorber materias ya sea orgánicas e inorgánicas cambiando su estructura molecular para semejarla o actuando como conducto para guiarlas, aunque esto último era riesgoso y potencialmente moral para él. Kevin usó sus poderes para absorber el adn de los alíen de mi reloj. Al inicio fue un poco, pero después lo quiso todo. Ese día nació Kevin 11.

Su traición me afectó mucho, estaba enojado conmigo mismo por haber sido tan estúpido por confiar en él, por no ver tras sus mentiras pero también me sentía muy deprimido, tenía a Gwen, pero quería tener amigos. Por suerte mi prima y mi abuelo estuvieron allí para ayudarme a sonreír y recordar que no todos eran así.

Aun así, me quedaba mucho por aprender.

Pues solo aprendí verdaderamente la lección cuando conocí a Kai. Hija de un viejo amigo de mi abuelo. Ella fue probablemente mi primer amor, aun cuando sabía que ella era una alfa, no pude evitar quedar enganchado a ella, a pesar de nuestras discusiones había algo en aquella niña morena que me llamó mucho la atención. Pero como dicen por ahí "mientras más alto subes, más fuerte es la caída".

Al igual que Kevin, ella solo me quiso por el Omnitrix. Ese aparatito que parecía atraer más personas que la luz a las polillas. Aunque a diferencia de Levin, ella solo estaba interesada en una forma alíen de mi reloj: Benlobo. Eso fue lo único que le llamó la atención en mi persona, la posibilidad de fuera un hombre lobo. Ahora que lo pienso me siento estúpido por haberme deprimido tanto en su momento por algo así, pero bueno, tenía diez años y era mi primera vez enamorado.

Gracias a la desilusión estuve deprimido varios días. Gwen dice que deje de sonreír. Ahora me siento avergonzado.

Pero me sirvió para aprender algo importante: no te apegues a alguien con quien ni llevas ni una semana de haberlo conocido.

Después de esas experiencias conocí más personas, quienes siendo alfas eran muy amables y comprensivos conmigo, como Azmuth, un encuentro que solo puedo resumir como "explosivo". Y con bastantes desilusiones de por medio. Pero aprendí y gracias a eso mejoré, también estaba Cooper y mi prima Alice.

Luego de todas esas aventuras decidí ya no volver a pensar en las castas. Ser alfa u omega no era importante a la hora de conocer a una persona, nunca le preste atención y las malas experiencias con miembros de alguna casta no empañarían las buenas. 



Espero que se haya entendido lo que quería expresar en este capítulo, aunque creo que me pase jajajaja. Bueno, es todo por esta semana, al menos en esta historia. 

Nos vemos lectores! (pues si, hay chicos leyendo esto) 

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