9 - El espacio entre las sombras

62 2 0
                                    

Motas grises empezaron a caer sobre la carta cuando terminé de leerla. Al mirar hacia arriba, advertí que el cadáver de Alphys se había desintegrado en polvo, que ahora llovía sobre mí. Me aparté a un costado, mirándolo depositarse en todo lo que había a su alrededor.

Estaba en shock. No sabía que Alphys...

No, no podía quedarme quieto. Tenía que hacer algo para recuperarlos a todos.

–Espera, Alphys. Vas a volver –susurré a las motas de polvo.

Mi ojo parpadeó entre el azul y el amarillo, y me encontré en el laboratorio detrás de mi casa. Prendí las luces, y me acerqué a la máquina tapada por la manta. Le di un tirón, y esta se deslizó hasta el piso, descubriendo el aparato que se había llevado a Gaster. El artefacto eran dos paredes llenas de botones, y un hueco vacío en el medio, lo suficientemente alto y ancho como para que entrara un ser vivo.

Cambié la batería del condensador de partículas. Vertí en el tubo mi determinación, rogando que mi plan funcionara. Después, toqué un botón rojo. La máquina se encendió con una sacudida.

Introduje el mismo código que él había introducido, hace ya tantos años. En el vacío entre las dos paredes, apareció la imagen de Snowdin. Suspiré.

Sabiendo todo lo que estaba por hacer, di un paso adentro del aparato. Las baldosas cambiaron por la nieve; la calidez del laboratorio por el frío del exterior; y hasta la atmósfera pareció enfriarse.

Invoqué un hueso en el laboratorio, que apretó el botón rojo de nuevo. La máquina comenzó a echar humo por los costados, temblando. La imagen de Snowdin parpadeó.

Después, un líquido oscuro empezó a trepar por mis piernas huesudas. Me quedé mirándolo, con las manos en los bolsillos y en silencio. Poco a poco, se deslizó por mi cuerpo, engulléndome con un leve susurro. Pero no sentía desesperación, sino paz, porque mi plan funcionaría.

Finalmente, el líquido oscuro tapó mis ojos. Y el mundo se cubrió en sombras.

...

– ¡¿Holaaa?! –gritó un esqueleto poniendo sus manos alrededor de su boca. Miró a los costados, angustiado–. ¿Gaster?

Pero nadie vino.

Dio un paso tembloroso. Le siguió otro. Y uno más. El eco resonó en la oscuridad.

Y él apareció, sonriendo: Gaster. Ambos esqueletos se enfrentaron.

–Pensé que nunca te volvería a ver –comentó el más alto, inclinándose para mirar al otro a los ojos.

–No es que quisiese –respondió el otro, entrecerrando los ojos.

– ¿Entonces por qué estás aquí?

–Devuélveme a mis amigos. Borra a Chara de la existencia. Haz que Frisk sea bueno... –miles de ideas se atropellaron entre los dientes del esqueleto.

Gaster rio–Vaya, cuanta imaginación... –volvió a inclinarse sobre el otro–. Dime, pequeño genio, si tuviese tanto poder, ¿no crees que habría vuelto a la superficie hace mucho?

–Hay algo que te hace falta para volver: determinación. Con ese poder... serás capaz de reinar en todos y cada uno de los universos.

–Pequeño genio, ¿acaso crees que yo no sabía eso? El tiempo pasa lento cuando no tienes nada que hacer. Por eso, empecé a pensar, a observar a este humano... "Frisk". Lo he seguido desde las sombras. Una vez, incluso me aparecí ante sus ojos.

– ¿Pero...?

–No puedo interactuar con él. Y cada vez que él lo hace, desaparezco. Mi poder no es suficiente para traerlo aquí, conmigo.

One Shots de UndertaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora