6. SENTIMIENTOS

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—Sígame platicando de las cosas que existen en su tierra, Señorita Kagome.

La dulzura e inocencia de Rin le permitían olvidar por esporádicos momentos el doloroso sentimiento de pérdida por parte de su familia. Admirarla sonreír, correr e interrogar con premura, le hacían recordar a su pequeño hermano: Sota.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuándo había sido la última vez que los vio? ¿Qué estarían haciendo? ¿La estarían buscando? ¿Se habrían resignado ya?, Esas y más preguntas llegaban casi siempre antes de conciliar el sueño, seguidas de las muchas otras que se respondía al llegar el nuevo día y continuar con una búsqueda sabía era inútil.

Porque a pesar de contarle a Sesshōmaru con exactitud lo sucedido con el dichoso Inuyasha, esté parecía no aceptar la realidad, olvidándose por supuesto de la necesidad de la joven por regresar a su casa. Un objetivo que Kagome veía día tras día, más lejos de cumplirse. Y sí, se había acostumbrado a dormir en la intemperie, a conseguir su propia comida, al intolerante Jaken, al mudismo del platinado y hasta se había convertido en casi, una experta con el arco y flecha pero, ¿De que servía si seguía sin poder regresar a su casa?

El único consuelo de su mal aventurada tragedia era Rin. La pequeña niña a la que pudo salvar y ahora pretendía proteger, y que bien o mal había tomado sin querer el lugar de una menor hermana.

—¡Dejen de estar cuchicheando y apresúrense a salir de ahí par de estorbos! —bramó Jaken del otro lado del muro de piedras —¡Aún tenemos mucho camino que recorrer!

Fastidiada por la actitud del sapo verde tomo la primera roca que encontró y la lanzo donde seguramente se encontraba.

—¡Déjanos bañar tranquilas! —regaño tomando otro par de piedras.

—¡HUMANA INSOLENTE! —gritoneo Jaken.

Pero Kagome ya había salido de las aguas termales dispuesta a seguir con el enfrentamiento a distancia. Una labor que la dejo con el brazo extendido por los aires, cuando la figura plateada apareció inesperadamente frente a ella.

—¡Señor Sesshōmaru! —exclamo impresionada Rin desde la poza.

En el preciso momento donde los ojos dorados la recorrieron de pies a cabeza, la vergüenza tomo el dominio en la tez blanca de la muchacha al mismo tiempo que el calor broto por cada poro de su piel.

—¡¿PERO QUE DEMONIOS TE PASA?! —interrogo al agacharse e intentar cubrir su desnudez —¡LARGO! ¡VETE! ¡ERES UN MALDITO PERVERTIDO!

—No tienes nada que me impresione —murmuro siguiendo su paso como si nada.

Rin abrió al máximo sus ojos, mientras que Kagome se quedó completamente petrificada.

—¡Humana ingenua! —añadió Jaken al incluirse en la escena —¿Acaso piensas que tu cuerpo tiene la capacidad de crear bajos instintos en mi Amo? El Señor nunca podría fijarse en una...

No lo dejo terminar la frase porque había tomado la primera piedra cercana a su alcance para aplastarlo con ella.

Sí. Por cosas como esas extrañaba su casa y la privacidad de una bañera.

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Admitir la costumbre de la cercanía humana, no estaba en ninguno de sus argumentos póstumos. Conceder asertivamente la palabra <<cortesía al cebo>> le parecía muchísimo más apropiado; aunque claro estaba, esas molestas cortesías empezaban a tomarse atribuciones que ninguno otro ser vivo sobrenatural se había tomado nunca con él, detalles que ignoro por creerlos menores y sin molestias a su persona.

Sesshōmaru (Sesshome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora