IV

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—Comienza— me acomode a un lado de él en la cama.

****
Durante unos meses disfrute de mi soltería hasta que un guapo y exitoso modelo y actor entro a mi oficina.

—Buenos días— sonreí—¿Qué se le ofrece?

— Estoy interesado en esta empresa, vengo para una entrevista de trabajó— me pasó sus papeles.

—Así que modelo y actor, Señor Kim.

—Dígame, JongIn.

— Bien, JongIn— sonreí— queda contratado— estreche su mano. 

Tiempo después él sería mi segundo esposo. Solo que me resultaba raro, ya que juraba haber escuchado su voz.

—Bueno— conteste una llamada.

— Mi amor—era JongIn— paso por ti en una hora.

—Esta bien— respondí— te amo— y colgué.

Dicho y hecho me recogió y me llevo a un restaurante, este era extranjero y era comida italiana.

Había hecho una reserva en una mesa apartada de los demás.

La velada comenzó y la música, la charla y la exquisita comida hizo que todo fuera una verdadera cita.

Y el final fue lo mejor. Él se arrodilló y saco una pequeña caja color azul.

La abrió frente a mi dejando ver un anillo de rubíes.

— Do KyungSoo— empezó— se que fue difícil empezar una relación después de la muerte de tu esposo—sonrió— pero ¿me harías el hombre más feliz del mundo aceptando ser mi esposo y compartiendo mi vida contigo?

—¡Si!— grite emocionado y aventándome a sus brazos.

Y todo fue color de rosa, el día de la boda llegó y juramos ante la ley amarnos eternamente.

O eso pensaba.

Mi vida empezó a perder sentido y después de preguntarme.

¿Qué había hecho yo para recibir este tipo de vida?

JongIn salió infiel, mujeriego y golpeador. Era peor que ChanYeol.

Pero bien dicen, que uno busca hombre como su padre.

ChanYeol por lo menos me era fiel. Mientras que JongIn tenía el descaro de llevar a sus amantes y revolcarse con ellas, en MI cama.

Lo encontré más de una vez y ya estaba harto.

Un día decidí parar todo esto y empecé a reclamarle.

—¡Quiero el divorcio!—rugí.

—No, querido— sonrió ladino— tú no me vas a dejar— me tumbó a la cama— espere mucho para que el jodido de ChanYeol se muriera, o mejor dicho, lo matarás.

—¿De que hablas?— empecé a ponerme nervioso.

—Por favor, KyungSoo— se puso sobre mi— no me negaras que tú mataste a tu esposo ¿O si? — empezó con los besos en mi cuello— lo acuchillaste una y otra vez— bajo sus besos— hasta que no quedará vivo.

—Detente, JongIn, por favor— empecé a sollozar.

—Sabes— se detuvo— creo que sería conveniente como murieron tus padres ¿No crees? Bueno, los mate.

—¿Tu eras él que disparo ese día?—solté por fin la sospecha que tenia desde hace tiempo.

 —Tenia un trato con ChanYeol— se remango la camisa— yo mataría a tu padre con la condición de que después de que te utilizará, te regalaría a mi.

—¿Tu también querías utilizarme?

—No seas tan inocente, KyungSoo— río— ¿Enserio creíste que te amo? No me hagas reír, si solo eres una cama caliente.

—Pero-

—Pero nada— agarró un arma— le dispare a tu padre en la cabeza—recargo el arma— le dispare en el cuello a tu madre — me puso el arma en la frente— y golpe hasta cansarme el cuerpo de tu abuela.

—¿Por qué?

— Por qué estorbaban— sonrió por milésima vez en la noche— a tu hermana la acuchille y  tu hermano siguió el mismo camino que tu padre y créeme, disfrute hacerlo.

—¡Eres un maldito! ¡Te odio!

—Gracias— me guiño el ojo— pero ahora te toca a ti, ya no me sirves.

Ya estaba resignado a morir, desde un inicio debía ser así, hasta que las imágenes de mi familia llegaron a mi cabeza.

Abrí los ojos y agarre el arma. Él se sorprendió y empezó a jalarla.

Así empezó una guerra entre nosotros por el arma, hasta que un disparo se escuchó.

JongIn cayó al suelo con un balazo en la pierna.

Mis manos empezaron a temblar empecé a reír de la nada, me sentía bien, vengarme por fin, solo me faltaba él y vengaría la muerte de mis padres.

Le dispare en el hombro, en el estómago, en las manos, en las piernas  y por último en la cabeza.

Y todo termino.

Ya te sabes esta parte de la historia. Hice escándalo y llamaron a la policía y aquí estoy.

***
—¿Y cómo estás?— le pregunte.

—Insatisfecho— contesto.

—¿Por qué?—cuestione.

—Porque no fueron dos sino tres los asesinos, me falta uno.

—¿Y sabes quién es?—asintió— ¿Quién?

—Tú— eso fue lo último que escuche ya que se abalanzó ante mi y sacando una cuchilla de afeitar, corto mi garganta.

—Ahora si todo acabo— le vi sonreír y todo se vio negro.

»Uno más «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora