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Mientras YoonOh vivía una cómoda vida en Seúl, sus padres dejaron que JaeHyun residiera en chicago, lejos de todas las responsabilidades junto a su amigo YoungHo, quién siempre estaba al tanto de él y más parecía una niñera.

JaeHyun, no debes tocar a una chica si ella no quiere. — Repetía la señora Seo mientras curaba la pequeña herida de JaeHyun en la mejilla.

Quién iba a saber que se podía defender, mamá Seo. —

Déjalo, mamá. Es un idiota. — JaeHyun miró con enojo a YoungHo que llegaba junto a su novio TaeIl. La señora Seo le dio la razón y le propinó un golpe en la cabeza al menor, regañándole sobre no tocar a la chicas y dándole consejos cómo si fuera su propio hijo. Y es que JaeHyun llegó a esa casa siendo un adolescente de dieciséis años. Aún recuerda que trabajó para la familia Jung y ambos señores le ordenaron llevarse a uno de los gemelos con ella para que viviera en un hogar cálido.

JaeHyun y YoungHo eran amigos aún desde más pequeños junto a YoonOh, el mayor de los tres cuidaba de ambos cómo hermanos pequeños y traviesos hasta el día en que los separaron.

Pero la familia Seo no se arrepentía de llevar al niño con ellos, en el fondo sabían que era un buen mucho, muy en el fondo.

Aunque tuvieran que sacarlo de la cárcel varias veces por peleas en los clubes nocturnos. Aún si el señor Seo tuviera que ir a buscarlo y encontrarlo durmiendo en una esquina. Aún si tuvieran que ir a sacarlo de rectoría por pelear con los docentes de la universidad. Bueno, JaeHyun tenía buena salud.

A las chicas les gustan los hombres rudos y gruñones, que no las miren a los ojos y sean indiferentes con ellas, les encanta. — JaeHyun repetía cubriéndose de los suaves golpes de la señora Seo.

A los chicos buenos nos gusta Seo YoungHo. — Afirmó TaeIl mirando la divertida escena junto a su alto novio.

No soy gay. —

En medio de la discusión, el teléfono de la casa comenzó a sonar y la señora Seo fue rápidamente a contestar. JaeHyun arregló su ropa y sonrió victorioso.

Salvado por la campana. — Festejó sacando un cigarrillo y antes de encenderlo YoungHo se lo arrebató.

No en casa.—

JaeHyun lo miró mal y fue detrás de la señora Seo, quién estaba parada con el teléfono en mano y una expresión indescifrable.

Mamá Seo, ¿pasa algo? —

JaeHyun...tu hermano tuvo un accidente. —