Almas, modas...

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Mujer no serías, amada,
si no supieras muy bien
hacer y rehacer tu alma
con fruslerías cada vez.

Y en tal juego es tal tu ciencia 
que mis ojos, en tu tez
al posarse, si tú quieres,
siempre distinta te ven. 

Sabes que todo envejece, 
¡y nuestro amor ya es de ayer...!
Por eso finges y pones
en tus labios otra miel, 
otros brillos en tus ojos,
otro matiz en tu piel... 

Renaces entre los pliegues 
de un vestido de satén;
los sombreros te renuevan:
Yo me figuro entrever
en ti no sé qué de grave,
de profundo no sé qué...

¡Y todo depende al cabo 
de un sombrero parisién
de aquellos que hacen más negros
los ojos, rosa la tez...,
que oscurecen la mirada
y ocultan tan bien la sien!

Así tú, mujer mil veces,
si alejar mi pasión ves,
sabes brindarme un perfume
del alma siempre novel.

Entonces busco tus labios
para apaciguar mi sed,
tomo tu cara en mis manos
acariciando el joyel
de tu pelo. Soy feliz,
te amo, río de placer...

Pero cuando te despojo
de afeites y...hallo después
tus ojos, los verdaderos,
¡son los de siempre, mujer!

Y teniendo entre mis dedos
tu cabeza, alcanzo a ver
tristemente tu mejilla
igual que la última vez:

Siempre tú, que continúas...
Yo, aunque en vano, trataré
de reanimar con mis besos 
tu alma efímera. Lo sé.
En fin...¡se ha roto el encanto!
Torna tu perfil de ayer. 

Tú y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora