Zapato-vagina

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La verdad, ya me tenían cansado con jueguito estúpido una y otra vez. Lo mismo se repetía a inicios, recesos y salida de clases. Ya me tenían con mis cogones hinchados. Les juro que si no hubiera sido por Lydia ya le hubiera ha acomodado la mandíbula a Scott.

Pero claro, ahí estaba Lydia haciéndome calamar para evitar problemas

Yo ya me había hartado de la bromita "del virgen" y la verdad hasta yo me tenía coraje por seguir siendo virgen, pro que seamos honestos, la mayoría de niños de 14 años ya han cogido como conejos y uno aquí todo puro y casto.

Como sea, el hecho es que yo tenía una fiesta este mismo fin de semana, es decir dos días después de hoy y los nervios ya me habían atacado.

Muchos dicen que hacer el amor es algo normal y parte de la vida. Pero coño, yo no tenía ni puta idea de lo que debía hacer. Pasaba las horas de clases mirando por la ventana e imaginando lo desastroso que seria. Incluso me imagine todo e hice un boceto de todo lo que debía ocurrir: besos, caricias, besos más calientes, tocar más a profundidad. Desvestirnos, ponerme el condón y meterlo.

Pero claro, cada vez que lo repetía, porque trataba de memorizarlo, se me olvidaba una o dos cosas.

La vaina aquí, es que yo estaba muerto de miedo. Estaba enculillado. Y necesitaba cierta ayuda. Y fui a buscarla.

La primera a la que acudí fue a Lydia, quien comprendió mi situación y me dio ciertos tips como jugar con los pezones de Sandy y agárrales las tetas. Ella también me dijo que le gustaba que le halaran el cabello mientras era cogida y aquello me dio nauseas. Nadie quiere saber cómo cogen a tus amigos y me aleje.

Fui a Allison y ella fue muchísimo más comprensible y me dijo que era normal, parte de la sexualidad y cosas así, pero nada me ayudo.

Cuando llegue a Scott él se murió de risa.

─¿De verdad me estas pidiendo consejos para cogerte a una piba? – me pregunto mientras se agarraba la barriga.

Esa fue la gota que derramo el vaso y aprovechando que no estaba Lydia cerca, le di un severo rodillazo en sus pelotas.

A mi padre tampoco tenía planeado pedirle ayuda, mucho menos a Peter que nunca supe si era bueno o malo. Seguramente mi padre me diría lo mismo con Allison, y es que les cuento que para mi cumpleaños me regalo un libro de sexualidad y que tenía un título que me mataba de risa: SEXUALIDAD: Descubriendo los secretos de tu cuerpo. Aquella noche papa lloro porque mientras él me entregaba el regalo para navidad con la mayor seriedad del mundo yo ya estaba muerto de risa.

¡Demonios!, debí haberlo leído. Quizás ahora seria de buena ayuda.

Y es que tenía unas ganas irremediables de coger que hasta yo mismo me cachondeaba frente al espejo.

Hubo días en donde amanecía con una reverenda erección y papa entraba mi cuarto y me veía. A veces me ponía frente al espejo, tratando de parecer seductor mientras me empelotaba. Imaginaba que alguien me veía y trataba de posar natural y al mismo tiempo tratando de marcar los pocos músculos que tenía. Entonces me sacaba la camisa y luego mi camiseta.

Joder mi cuerpo era demasiado pálido y blanco. Debería tomar más el sol. Me miraba en el espejo una y otra vez hasta encontrar un ángulo lo suficientemente sexy como para atraer a alguien y es que podría pasar semanas sin bañarme y ni las moscas se me acercaban.

Mire mi espalda dándome la vuelta frente al espejo. Y levante los brazos flexionándolos y entérense de que encontré. O mejor dicho de que no encontré: músculos. Yo era un palillo de dientes, pero usado.

ENSEÑAME A COGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora