ICE (camren)

Capítulo 6

Una lágrima rodó por la mejilla de Lauren. Cerca del agotamiento total, sabía que cuando finalmente cerrara los ojos, nunca los volvería a abrir. Un caleidoscopio de imágenes y pensamientos invadió su mente. Permitiéndose aceptar lo inevitable, respiró hondo e hizo las paces con Dios.

Besando ligeramente la parte superior de la cabeza de Camila, Lauren respiró hondo y lentamente dejó que el aire se vaciara de sus pulmones. Su cabeza asintió hacia adelante mientras dejaba que se durmiera, pero luego un pensamiento apareció en su cabeza. Al abrir los ojos, miró el símbolo religioso alrededor del cuello de su pareja.

"Hijo de puta", dijo Lauren, mirando el pequeño símbolo religioso. "¡Hijo de puta!"

Apoyando la forma sin vida de Camila contra la pared de la cabaña, Lauren se puso de pie. Invocando cada molécula de fuerza y ​​adrenalina que le quedaba, se obligó a dar un paso y luego otro... y luego otro. Atravesando la nieve acumulada en el porche, se detuvo frente a la puerta del cobertizo de almacenamiento. Mirando el crucifijo blanco que colgaba sobre él, Lauren tragó saliva mientras lo sacaba de su percha. Conteniendo el aliento, rezó una oración y le dio la vuelta.

"¡Gracias, Dios!", Gritó, al ver una llave que sobresalía de una ranura tallada en la parte posterior. "Gracias. Gracias. ¡Gracias!"

Sacó la llave de su escondite, le dio un beso rápido al crucifijo, lo volvió a colocar en el clavo sobre la puerta y corrió hacia el frente de la cabaña. Rodeando el cuerpo desplomado de Camila, Lauren colocó la linterna en el porche, se quitó los guantes y comenzó a buscar la cerradura. Más de una vez, la llave casi se le cayó de los dedos congelados, pero finalmente encontró el chavetero y el candado se abrió con facilidad. Lamentablemente, la puerta no.

Sorprendida, agarró la linterna, y al ver que se había formado hielo en las grietas alrededor de los bordes de la puerta, comenzó a golpear su cuerpo contra ella. Le dolía la pierna y le dolía el hombro, pero no importaba. Decidida, continuó hasta que la puerta cedió, y tropezó triunfante en la cabaña.

"¡Sí!", Siseó, iluminando la linterna aquí y allá. Tomando nota rápidamente de su entorno, regresó al porche para buscar a su compañera.

"Aquí vamos", gimió, mientras agarraba a Camila por las solapas de su abrigo y la arrastraba por la puerta.

Luchando y maldiciendo, Lauren no se detuvo hasta que Camila estaba acostada frente a la chimenea de piedra que prácticamente llenaba una pared de la cabaña. Poniéndose de pie, volvió a encender la linterna alrededor de la habitación, y orientándose, Lauren se puso a trabajar.

Aunque la caja de fuego no tenía madera, ella extendió la mano, abrió el amortiguador y, con un propósito en su paso, se dirigió al comedor al otro lado de la habitación. Cogió una de las sillas de estilo Windsor, la levantó por encima de su cabeza y la arrojó al suelo, rompiéndola al instante. Recogiendo lo que quedaba, Lauren se acercó encendida a la chimenea con la leña y, tomando un libro del manto, comenzó a arrancar las páginas y a colocarlas alrededor de los radios y peldaños. Mientras buscaba en el bolsillo su encendedor, intentó y falló varias veces en hacer funcionar el mecanismo. Haciendo una mueca ante la picadura en las yemas de sus dedos congelados, los calentó con el aliento y volvió a intentarlo. Sonriendo al ver la pequeña llama amarilla que bailaba al final del encendedor, la sostuvo contra las páginas del libro y observó cómo el papel lentamente comenzaba a arder y arder.

Con su adrenalina ahora bombeando, Lauren se levantó rápidamente e inmediatamente deseó no haberlo hecho cuando la habitación comenzó a girar a su alrededor. Agarrando el manto, cerró los ojos y rezó para que pasara. Hambrienta, deshidratada y mucho más allá del punto de agotamiento, Lauren estaba quedándose sin energía. Había solo un problema. Lauren era demasiado terco para admitirlo. No estaba lista para descansar, al menos no todavía.