Una virgen con tremendas ganas de ser desvirgada

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Ángela tenía veintitrés años, era venezolana y virgen. Tenía el cabello negro y largo, los ojos negros. Sus grandes tetas redondas y duras con areolas color marrón oscuro y pezones largos y gruesos no le cabían en su cuerpo delgado. Su cintura era muy fina, sus caderas moldeadas, y sus piernas perfectas (me mandó fotos), pero no era perfecta, la que parecía un ángel, tenía la mente sucia. Me dijo que le gustaría que la desvirgaran de forma salvaje muchas pollas que le abrieran el coño y que chuparan cada centímetro de su cuerpo.... Sí, es una de mis lectoras. Y a mí me habla un virgo de 23 añitos y me crecen hasta las orejas... Ese virguito estaba en España, a pocos Kilómetros de donde yo vivo.

Era sábado, en el ático de mi hijo, estábamos un primo mío y cuatro amigos de ambos, de edades entre treinta y cuarenta años. Rulaba el whisky, el vino y el coñac una cosa mala, y rulaba porque Ángela quedara de llegar a las cuatro de la tarde y ya dieran las seis. Me decía mi primo:

-Cabrón, me haces venir de Londres para follar a una diosa, y lo que querías era que cogiéramos una borrachera que ni Dios.

Los otros cuatro ya cantaban:

-Ondiñas veeeeeeñen, ondiñas veeeeeñen, ondiñas veeeeeñen e vaaaaaaan, non te embarques rianxeira, que te vas a marear...

A las seis y cuarto sonó el timbre de la puerta, fui a abrir y allí estaba Ángela. Vestía unos vaqueros, una blusa roja y calzaba unas zapatillas de deporte de color blanco. Era de estatura normal. En persona aún era más bella que en foto. Estaba visiblemente nerviosa. Con una sonrisa en los labios, me preguntó:

-¿Eres Quique?

Le di un beso en la mejilla.

-El mismo que viste y calza. ¿Te parezco demasiado mayor?

-Al contrario, sé tu edad por los relatos. No aparentas la edad que dices que tienes, pareces más joven.

Se había relajado, pero seguía en el umbral de la puerta.

-Pasa, bonita, pasa.

Ángela entró en el ático y me siguió hasta la sala de estar. Al verla se pusieron los cuatro en pie. Mi primo, que ya estaba de pie, con un vaso de tubo mediado de whisky 100 gaiteros en la mano, silbó:

-¡Fuiiiiii, fiuuuu! ¡Qué pibonazo!

Ángela nos miró a todos y sonrió. Le pregunté:

-¿Tomas algo?

Miró para las botellas, y me respondió:

-Agua.

-Mi primo, le dijo:

-No tenemos agua. El agua es para las ranas.

-Si no tenéis agua, paso.

Estaba en medio de la habitación, el Cara, y el Chingón, cuarentones, morenos, de estatura mediana, dobles, casados y puteros, se le pusieron por delante y por detrás. El Chingón le besó el cuello y le abrió el botón del pantalón que tenía encima de la cremallera, el Cara le quiso comer la boca, Ángela le hizo la cobra, el Cara le beso el cuello y comenzó a desabotonarle la blusa.

En nada, Ángela, estaba desnuda. El Cara le comía el coño y el Chingón el culo, el Pupas y el Flaco. rubios, altos, gorditos, casados y puteros, le comían una teta cada uno, mi primo le comía a boca, y yo el cuello. Fuimos sacando las pollas. Algo después se puso en cuclillas delante de los cuatro, cogió mi polla y la de mi primo y comenzó a masturbarlas y a mamarlas. Al rato le caían babas por las comisuras de los labios, le caían en las tetas y después en la alfombra. Estaba tan caliente que gemía al mamar polla cómo si se le estuviesen mamando a ella el coño. Siguió con la del Pupas y la del Flaco, y acabó con la del Cara y la del Chingón.

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