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Respiro agitado sin saber que parte de todo eso que estaba viviendo, era realmente la que lo tenia tan excitado, su lado racional, veía mal lo que estaba sucediendo, en muchos sentidos, pero principalmente, en el sentido de amor propio, de valorarse a si mismo, por que estaba seguro, que para el castaño eso no significaba nada mas que dominación.

Por la forma en la que lo hacia, por como envestía, como estaba completamente duro entre sus nalgas, duro de tenerlo contra una puerta, duro de estarle jalando el cabello, y si la razón de excitación del castaño era la dominación, ¿acaso la de él era la sumisión? 

¿Por que estaba tan necesitado de que ese juego siga?

Sus pensamientos estaban nublados, pero aun mas al momento de sentir como el castaño hacia presión sobre su espalda, estaba apoyando su peso, quería que su cuerpo resbalara por la puerta, y aunque sus manos buscaban un punto al cual aferrarse, terminaron por rendirse voluntariamente, y dejarse llevar al piso.

Sus pantalones y ropa interior estaban lo mas bajo que podían, ya que sacárselos seria imposible gracias a sus botas, la calidez del cuerpo ajeno abandono su espalda por unos momentos, lo cual lo puso nervioso, las estocadas habían parado, pero no sentía el conocido residuo húmedo en su entrada y piernas.

Las manos del castaño apresaron su cintura.

-Es... ridículamente pequeña...-

Lo escucho susurrar haciendo que su cuerpo se tensara, sus manos bajaron a su cadera, apretaron con fuerza su piel, todos sus dedos bien distribuidos, y sus uñas clavadas, como si estuviera reteniendo una fuerte necesidad.

Lo asustaba, no parecía esa persona que conocía, de repente si cerraba los ojos, las manos en sus caderas, parecían garras, garras de un animal en celo, dispuesto a todo, sin importarle nada.

Sintió un suave jalón hacia arriba, al cual no supo como reaccionar.

-¡Levantalo!-

Abrió sus ojos agitado, el castaño le hablo al oído, entre dientes, con su voz profunda, enfadada, muy cerca de ser un gruñido, no era una petición, era una orden.

Trago saliva, con una parte de él gritando que se revelara, y con la otra sintiendo que su cuerpo iba a explotar de vergüenza, de excitación.

Un fuerte jalón en su cabello no se hizo esperar, y junto con él tres duras nalgadas seguidas.

-Ahora, ahora, ¡AHORA!-

-Ahg...-

La ultima nalgada fue mas bruta, y logro su cometido, su cuerpo parecía moverse solo al gusto del castaño, lentamente apoyo sus rodillas en el suelo, y comenzó a levantar su trasero, a elevarlo, también con ayuda de sus brazos, el gran capitán américa estaba en cuatro patas.

Sus extremidades temblaban y su mirada se escondía entre su desorganizado cabello, totalmente perdida en los mosaicos, su rostro había tomado un color rojizo, aun mas en el momento en que se vio tan vulnerable, el castaño estaba en silencio, y no lo tocaba.

Apretaba sus puños inmóvil, otra notoria muestra de que solo le hacia hacer esas cosas, para gusto propio, sin un propósito, lo estaba denigrando, y él estaba... ya no sabia que estaba haciendo él.

El castaño miraba completamente ido esa vista, tan erótica, tan perfecta, que trasero tan blanco, tan perfecto, lampiño, suave, grande, trabajado, con las marcas de sus manos por todos lados, podría apostar su vida, a que su entrada era sumamente rosada, se le hacia agua la boca.

Jamás había deseado tanto un cuerpo, menos el de un hombre, necesitaba descubrirlo, investigarlo, cada una de sus sensaciones, cada parte de la persona que alguna vez considero un amigo, un compañero, lo necesitaba, este no era uno de sus caprichos, no, coger a Steve Grand Rogers, era un deber, SU deber.

Reto "Tu secreto"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora