•You Made My Dawn• [Meanie]

Capítulo IV. Hug

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Mingyu

Te tenía justo donde quería. Atrapado. No sólo en casa, sino también dentro de tí. De tus propios pensamientos, que te hundían poco a poco.

Aparentabas que todo estaba bien entre nosotros, me mentías. Fingías las sonrisas. Pero no podías ocultarlo. Me tenías miedo, podía verlo. Lo sentía. Pero me seguías queriendo. Y me encantaba saberlo y fingir que no. Me encantaba oírte llorar por las noches, en secreto, cuando creías que estabas solo y no podía escucharte.

No importaba cuánto tratases de esconderlo, de fingir que todo estaba bien, sabías que era algo imposible de encubrir. Y, naturalmente yo también. Realmente disfrutaba mucho contigo. Me lo pasaba bien y eras entretenido.

Creo que el nombre para lo que soy es sociópata. Pero, honestamente, yo no lo veo así. Simplemente pasábamos el tiempo juntos. Sólo que yo lo disfrutaba y tú no. No es culpa mía que fueras un cobarde. Bueno, más que cobarde, alguien flojo y sin carácter. Sin fuerza de voluntad. Porqué, si algo he de admitir es que aguantaste muy bien hasta el final.

* * * *

Algunas veces te oía llorar y, como buen novio era, me acercaba a tí, te preguntaba qué te pasaba y tú, como un perrito bien adiestrado, bajabas la cabeza y me respondías con una mentira.

Yo lo sabía y me encantaba. Me encantaba ver cómo te esforzabas para sobrevivir.

Era interesante ver tus reacciones, oír tus llantos por las noches, ver cómo fingías estar feliz a mi lado. Yo nunca te amé. Lo único que llegué a sentir por tí fue interés, nada más.

Por el contrario, tú me amabas incondicional y casi devotamente. Al menos al principio. Luego ya empezaste a darte cuenta de cómo era yo. Pero ya era demasiado tarde.

A cada abrazo, cada caricia, cada beso que me dabas, yo te atrapaba más y más. Ya te tenía entre mis brazos y no pensaba soltarte.

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