•You Made My Dawn• [Meanie]

Capítulo V. Home

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Wonwoo

¿Qué pasaba si no lo tenía? ¿Qué pasaba si lo perdía?

Esas preguntas no dejaban de rondar por mi cabeza.

A estas alturas ya sabía que no me amaba. Sabía que nuestra relación no era sana, que Mingyu se aprovechaba de mí. Pero tenía miedo. Miedo de lo que pudiera hacerme si le decía que ya no podía seguir más con lo nuestro. Con todo. Ya no creo que se pudiera llamar relación de pareja a lo que teníamos. Ya no éramos nada. Sólo éramos dos personas desesperadas que se aferraban la una a la otra como podían. Él intentando tenerme bajo control y yo dejándome. Y eso no estaba bien.

No sé si Mingyu llegó a amarme alguna vez; pero si lo hizo, estoy seguro de que duró muy poco.

Por mi parte fui más lento. Tardé demasiado en darme cuenta de todo. De cómo era. Ya no tenía escapatoria. Estaba sólo. Mingyu se había encargado de aislarme de todo y de todos para tenerme sólo para él. Y lo había logrado demasiado bien.

Ojalá nunca hubiera entrado en esa cafetería. Ojalá nunca le hubiese mirado a los ojos, o hablado. Ojalá él nunca hubiera entrado en mi vida para destruirla poco a poco y hacerla pedazos. Algunas veces parecía que lo disfrutaba, incluso. Sobretodo cuando me veía llorar. Allí se lo podía notar en la mirada. O cuando le mentía. Estoy seguro de que lo sabía.

Estaba cansado de tener miedo todos y cada uno de los días de mi vida. Estaba harto de irme a dormir temeroso de lo que pudiera hacerme durante la noche. Era una agonía despertarme con él a mi lado. Pero era peor despertar y que él no estuviera, porqué, si estaba a mi lado, al menos lo tenía bajo mira. Bajo control no, eso era imposible. Mingyu era un torbellino. Pero no por fuera, sino por dentro. Nunca supe que es lo que pasaba por su mente, pero estoy seguro de que no era nada agradable.

Ya no le amaba, es cierto. Pero todavía recuerdo las palabras que me dijo el día en el que nos mudamos juntos: "Estaré allí para ti. Siempre. Porqué tú eres mi hogar y yo soy el tuyo. Recuérdalo, Wonwoo".

Pero eso ya no era un hogar. Era una pequeña celda sin puertas ni ventanas de la cual no podía salir. Pero lo haría. Encontraría la forma de escapar de ese oscuro lugar. Fuera cual fuera. Era capaz de cualquier cosa.

Yo sería libre y Mingyu no saldría impune de ello. Eso lo tenía clarísimo. La libertad viene con un precio, pero no sería yo quién lo pagase. O al menos no sería el único.

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