Capítulo II. Chilli

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Hacía ya siete meses que estabais saliendo y todo era maravilloso. Pero para él. Para tí no, aunque tú creías que sí.

Hacía apenas unos días que vivías juntos, pues Mingyu te propuso que te mudases con él y tú accediste encantado, cegado de amor.

* * * *

Era un sábado por la mañana, faltaban un par de semanas para Navidad y estabais los dos sentados en el sofá mirando la televisión cuando te llegó un mensaje de tu grupo de amigos diciendo de quedar esa misma tarde.

-¿Quién es? -preguntó Mingyu, apartando la vista de la televisión y mirando tu móvil.

-Oh, nadie, solo son mis amigos. Quieren que quedemos está tarde -le explicaste mientras él te cogía el teléfono de la mano y leía la conversación.

Estuvo callado durante unos segundos, mirando fijamente la pantalla, y finalmente te lo devolvió.

-Diles que hoy no puedes, Wonwoo. Tenemos que hacer las compras navideñas, ¿recuerdas, cariño? Serán nuestras primeras navidades juntos -te dijo con voz suave mientras jugaba con tu cabello, pasando la mano dulcemente por él.

-Pero, Mingyu, hace mucho que los chicos quieren verme. Hace semanas que no quedo ellos; solo los veo en la universidad y ya. Además, Vernon y Seungkwan me invitaron la semana pasada a su casa y tampoco pude ir porque teníamos cosas que hacer -respondiste tú en voz baja, agachando la cabeza.

-Mi amor, yo lo digo porque a ellos los ves cada día, tú y yo solamente nos vemos por las tardes y los fines de semana. Eres mi novio y me gustaría pasar más tiempo contigo -dijo Mingyu agarrándote por la barbilla con cuidado y haciendo que vuestras miradas se juntasen-. Por supuesto que no te prohibiré quedar con nadie, pero creo que deberías pasar menos tiempo con ellos.

Esbozó una sonrisa ladina y con un gesto triste te dió un casto beso en los labios.

-Yo... Está bien -dijiste pasados unos segundos-. Lo entiendo, de verdad. Ya quedaré con ellos más adelante.

Mingyu asintió y se acercó para besarte de nuevo, está vez siendo un beso más largo y profundo. Se apartó y susurró en tu oído:

- Deberías responderles cuanto antes mejor. Para que sepan que ya tienes planes conmigo.

Asentiste rápidamente y sacaste tu móvil para escribir el mensaje.

Tú no lo viste, ya que tenías la mirada fija en el móvil, pero la sonrisa que hizo Mingyu en aquel momento no denotaba ninguna clase de amor. Todo lo contrario, era una sonrisa cargada de peligro y malos augurios.

* * * *

Faltaban muy pocos días para Navidad. Ya eran vacaciones y tú te levantaste aquella mañana radiante de felicidad, pues la noche anterior había nevado y toda la ciudad parecía estar cubierta por un hermoso manto blanco.

Preparaste el desayuno para los dos, como cada día, y esperaste a que tu novio bajase las escaleras. Cuando Mingyu llegó al salón, dónde habías preparado un gran banquete, te acercaste a él y le diste un beso en la mejilla.

-¡Buenos días! -exclamaste feliz mientras el miraba sorprendido la mesa con el desayuno.

-Hola -respondió escuetamente-. ¿Has preparado tú todo esto?

-Ajá. Esta noche ha nevado y estaba pensando en quedar con los chicos para ir a patinar o a jugar con la nieve, ¿te apuntas? -le preguntaste, con un deje de esperanza.

Hacía días que no los veías y hablabas con tus amigos y te hacía mucha ilusión poder quedar al fin con ellos.

-¿Salir? ¿Con el frío que hace? Paso, gracias -contestó con un deje de frialdad-. Y creo que tú tampoco deberías ir. Te estás recuperando de un resfriado, no sé si lo recuerdas.

-Pero, Mingyu, hace mucho que no quedo con ellos. Y ha nevado, será genial -respondiste casi implorándole-. Y por lo que respecta al resfriado, ya estoy genial. Curadísimo. Muy sano.

-No sé, Wonwoo, no creo que sea buena idea. Pero allá tú, haz lo que quieras, es tu vida. Eso sí, luego no vengas detrás mío dándome la lata diciéndome que tenía razón.

Lo miraste tristemente a los ojos y él te devolvió la mirada con seriedad, pero luego la cambió a una más suave.

-Amor, yo lo digo por tu bien. No quiero que te pase nada malo, ¿sí? Simplemente estoy preocupado por tí; allá fuera hace mucho frío y no quiero que te vuelvas a poner enfermo. Si te digo esto es porque te quiero -susurró mientras se te acercaba y te daba un pequeño beso en la frente y entrelazaba sus manos con las tuyas.

Miraste fijamente vuestras manos unidas. "Tiene razón", pensaste. "Me ama y se preocupa por mí. Y yo también le amo".

-Lo entiendo -dijiste finamente-. Me quedaré en casa contigo.

-Me alegra oír eso -respondió sonriendo-. ¡Y ahora vamos a comer el delicioso desayuno que has preparado!

Os separasteis y empezasteis a desayunar. Pero tú ya no tenías hambre. Y tampoco estabas de buen humor.

El clima y la nieve eran fríos, sí. Pero no eran lo único. El chico que estaba sentado delante tuyo era mil veces peor que un poco de frío. Y allí ya empezabas a darte cuenta, pero no querías admitirlo.

•You Made My Dawn• [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora