𝖙𝖍𝖊 𝖑𝖚𝖒𝖎𝖓𝖊𝖊𝖗 🥀 [ 𝑗𝑎𝑒𝑗𝑢𝑛 ]

𝖉𝖔𝖘

♡ escrito con la canción ℱ𝓁𝓎   𝒶𝓌𝒶𝓎,  de  𝒢𝓇𝒶𝒽𝒶𝓂   𝒞ℴ𝓍ℴ𝓃.

Tenía cinco putas monedas esa noche.

Un paquete de cigarrillos medio vacío y la cerveza exhalando su último suspiro, escuchaba el sonido de las voces de la televisión parlotear entre ellas, como si estuvieran vivas y dando vueltas por mi cabeza. Primero una mujer, después un hombre, y de vuelta la mujer. La risa de JaeMin resonaba como si la comedia del programa fuera algo de otro mundo. 

Estaba cansado, agotado. Bueno, estaba hecho una mierda. No me había levantado de la mesa de la cocina desde hacía horas, con la luz apagada y los destellos amarillentos del salón colándose a través de las paredes. 

Podía ver a través de ellas como si JaeMin estuviese allí sentado, delante de mí, sin que ningún tabique nos separara. 

Estaba jodido. 

Pero tenía cinco putas monedas en mi bolsillo, y las monedas significaban una escapatoria. Podría caminar hasta un bar, pedir otra cerveza, y quedarme allí hasta que amaneciera. O podría simplemente dar un rodeo por la zona, tomar el aire y respirar. 

Sí, eso sonaba bien, desde luego, así que me levanté y caminé por el pasillo. Veréis: tenía la ligera sensación de que, hiciera lo que hiciera, él siempre sabía lo que estaba pensando. Era como uno de esos perros de caza, siempre preparados para echar a correr. En realidad, ni JaeMin era un perro ni yo una presa, ¿pero qué más da? el efecto es el mismo. 

Cuando pasé por la entrada de la sala de estar, me miró atento. Ahora imagino lo que podría haber estado pensando. 

—¿Te vas? —preguntó preocupado. 

—Voy a salir a tomar el aire un rato. Necesito... lo necesito. 

Se incorporó de su sillón marrón. 

—¿A dónde vas? —volvió a preguntar. 

Joder, ¿es que no podía conformarse con lo que ya le había dicho?, ¿y si quería tener mi privacidad? ¿y si no quería decírselo? ¿y si no quería decírselo a nadie? ¿y si quería salir a pegarme un tiro en la cabeza? ¿eso también iba a tener que decírselo?

—A ningún sitio. Solo voy a dar un paseo. No te preocupes.

Entonces seguí caminando hacia la puerta.

Escuché el sonido de la tela rozándose contra sí misma y el volumen de la televisión disminuyendo. Para cuando me fijé, tenía la mano sobre el pomo y la chaqueta sobre los hombros. 

—RenJun —me llamó. Otra vez. Se calló durante algunos segundos —, ¿vendrás a dormir?

Su voz había sonado tan débil y desilusionada, que probablemente me habría descompuesto si tan solo le hubiese mirado a los ojos. Si tan solo hubiese podido. JaeMin podría tener los ojos de un lobo, pero la verdad es que solo era una oveja asustada que siempre se metía donde no le llamaban.