𝖚𝖓𝖔

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♡ este capítulo ha sido escrito con la canción 𝒯𝒽ℯ   𝓃𝒾ℊ𝒽𝓉   𝓌ℯ   𝓂ℯ𝓉,  de  ℒℴ𝓇𝒹   ℋ𝓊𝓇ℴ𝓃.

♡ este capítulo ha sido escrito con la canción 𝒯𝒽ℯ   𝓃𝒾ℊ𝒽𝓉   𝓌ℯ   𝓂ℯ𝓉,  de  ℒℴ𝓇𝒹   ℋ𝓊𝓇ℴ𝓃

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¿Alguna vez habéis sabido que alguien os necesitaba?

¿Alguna vez habéis sabido que alguien os necesitaba, pero no quería vuestra ayuda?

Es un sentimiento desagradable. Creéis que tenéis la respuesta a todos sus problemas, estáis dispuestos a llevarla a cabo incluso vosotros mismos con tal de ayudarla; pero no podéis, porque os la niegan. No podéis, porque sois un espectador. Porque vosotros tampoco la habéis querido cuando la necesitábais.

Vale, os lo simplificaré: es una puta mierda. Es una mierda tan grande como un caballo, que se regodea a vuestro alrededor y os impregna su olor asqueroso. Verla es como un recuerdo constante de que eres un inútil, y de que lo que sale por tu boca les entra por un oído y les sale por el otro a los demás. 

Es así de simple. 

He pasado toda mi vida moldeando esta idea; creo que es la única propia que he sacado en claro, en realidad. Ya, sé lo que estáis pensando: ¿es esto una historia cutrona, de esas con una moraleja final cogida con pinzas?, ¿de las que paga la gente para ver por Wetflix? bueno, puede ser. Ojalá. 

Entonces yo sería un pobre chico abandonado, humillado y torpe. Habría conocido al amor de mi vida por casualidad, y por casualidad sería una persona ideal, llena de virtudes y todas esas cosas buenas que todos queremos, pero que, por desgracia, nunca vemos en nosotros mismos. Nos casaríamos, no antes de pasar por todo ese camino de obstáculos: ¿no le gusta a tu familia?, ¿no tiene las mismas aspiraciones?, ¿toda su vida es mentira y en realidad es un acosador? bueno, tampoco es para tanto. Luego siempre hay un final feliz, así que, ¿para qué complicar tanto las cosas?

Já. Ahora sí que sé lo que estáis pensando: rula entre «este tío es un capullo» y «menuda chapa más gratuita». ¿Y qué más queréis? ¿pensáis que toda esta basura no la he pensado yo antes?

En fin, al menos una de las dos sí que es verdad. Soy un capullo. Pero lo tengo bien asumido, vaya. 

¿Sabéis lo que es la impotencia? 

¿Saber que esa persona está sintiendo justo lo mismo que vosotros habéis sentido alguna vez, conocer exactamente lo que piensa, lo que quiere, lo que teme? ¿saber cual es la solución? 

Os va a parecer una locura, pero con los años he llegado a la conclusión, de que ser el que sufre es mucho mejor que ser el que mira. Porque si tiene suerte, al que mira se la pela el que sufre; pero si no la tiene, y es alguien a quien quiere y a quien sabe que puede ayudar... entonces, es jodido. Oh, eso sí que es una mierda. 

Da igual lo que hayáis visto, leído o escuchado por ahí. Da igual si alguna vez habéis sabido de un amigo que necesitaba un favor y no habéis podido hacérselo, o de algún familiar al que habríais querido echar una mano alguna vez: no sabéis lo que es, hasta que os pasa. Hasta que lo sentís, en lo más profundo de las carnes, allí donde ni siquiera vosotros mismos podéis llegar. 

Yo lo he sentido. Para mí, ver a JaeMin sufrir fue mucho peor que sufrirlo yo. 

¿Cual es la salida?

¿Cual es la puerta de escape?

—De acuerdo, acuérdate de traerme lo que te pedí —una señora le dijo a otra chica visiblemente más joven que ella. Ambas eran pelirrojas, tenían la voz suave y se movían igual. Probablemente eran madre e hija. 

Llevaba minutos ahí sentado, escuchando las conversaciones que rondaban a mi alrededor. 

Me sentía ajeno. Como un personaje secundario, de esos que ni siquiera tienen nombre en las películas. 

Miré al asiento de mi lado. JaeMin estaba sentado, frotando las manos contra el papel que cubría el plástico barato del vaso de café. Iba vestido con la misma camisa azul, los mismos vaqueros ennegrecidos, y llevaba el pelo perfectamente peinado. Debo admitirlo: tenía su encanto. 

Qué demonios. JaeMin era un encanto. Alto, elegante y guapo de cojones. El chico, a primera vista, lo tenía todo. Lo tenía todo, pero nunca estaba cuando uno le necesitaba. 

Y yo solía quedarme atrapado allí, en ese preciso momento en el que nos habíamos mirado por primera vez y no conocíamos nada el uno del otro, reviviendo la sensación atrapante. Jodidamente adictivo. Malditamente horrible. 

Eso había sido un par de semanas tras aquel funeral, y JaeMin seguía tratando de hacerme entender que podía seguir contando con él. Que estábamos juntos en todo. Que era mi soporte, y que no iba a renunciar a mí. 

Aun si ya habían muerto las cosas, y nosotros junto a ellas.

¿Os pensábais que esta iba a ser cualquier otra cosa que ya haya hecho antes? 

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¿Os pensábais que esta iba a ser cualquier otra cosa que ya haya hecho antes? 

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𝖙𝖍𝖊 𝖑𝖚𝖒𝖎𝖓𝖊𝖊𝖗 🥀 [ 𝑗𝑎𝑒𝑗𝑢𝑛 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora