「ʙᴀᴅ ʙᴏʏ」

𝐏𝐑Ó𝐋𝐎𝐆𝐎

Park Jimin se deslizó silenciosamente a través de la oscura habitación del hotel con cuidado, caminando suavemente sobre las puntas de sus dedos del pie contra la esquina de la cama. Gruñó de dolor el pobre omega y el endeble marco chirrió de manera ruidosa que logró hacerle enfadar, inclusive ponerle temoroso. Rápidamente Jimin se congeló de terror.

No necesitaba haberse preocupado, no había necesidad ya que nadie podría haberlo escuchado gracias a los debidos fuertes ronquidos del alfa acostado en la cama. Yacía con los brazos abiertos y desnudo, su gordo estómago hinchándose hacía los lados.

Asco.

El empresario se había quitado el traje y lo dispersó por toda la habitación en su lujuria como alfa, ansioso por dormir con el hermoso omega Jimin, que era el chico más lindo que había visto.

Desafortunadamente para él, se había desmayado antes de que algo pudiese suceder. Afortunadamente para Jimin, eso fue exactamente de acuerdo con su plan. El chico se arrastró hasta los descartados pantalones del otro hombre y deslizó su pequeña mano en el bolsillo derecho.

Estaba vacío. Hmm. Buscó alrededor de la chaqueta del traje. Estaba a medio camino de la habitación colgando de una lámpara. El omega bufó de nuevo, frunciendo los labios y el ceño mientras hurgaba en su interior. Pasó por la cartera, pero luego sonrió victorioso cuando sus dedos se cerraron sobre las llaves del hombre.

Las extrajo cuidadosamente de manera que el metal no tintinease. Su hermosa sonrisa incluso se ensanchó más cuando examinó el llavero. Era amarillo con un caballo negro en el medio. Este era uno de sus tipos favoritos de llaves. Bajando al garaje, la llave abrió la puerta de un Ferrari 458 Italia. Los brillantes ojos cafés de Jimin se iluminaron cuando lo vio. Estaba emocionado por la oportunidad de conducirlo. No precisamente legal pero si que iba a llevarlo por las calles de la ciudad.

El motor ronroneó bajo sus manos, era precioso estar dentro de un costoso y lujoso auto. Deseaba descubrir por ver desesperadamente lo que este chico malo podía hacer, pero lo último que necesitaba era llamar más la atención sobre el Ferrari de brillantes colores.

Desaceleró hasta detenerse suavemente en el semáforo. Había sido demasiado sencillo, pensaba que los alfas eran más fáciles de manipular y convencer, quizá incluso podía manejarlos como titeres si pudiera. Pero no estaba allí por eso.

Asintió con la cabeza al camry lleno de adolescentes que prácticamente estaban cayéndose de su coche intentando echar un vistazo al conductor del coche deportivo que costaba más de tres millones de dólares. Jimin sonrió al alfa joven que se acercó curioso, le guiño un ojo a otro posible omega que comenzaba acercarse. Y cuando miró al lado contrario donde unas chicas en la acera miraban con curiosidad el auto, ellas se miraron y gritaron de emoción.

¿Acaso un omega no puede conseguir lo qué quiere? Por supuesto que sí, aún más si lo deseas con mucho entusiasmo. Pero ese no era el caso, no era algo que le gustará robar autos de millonarios, ¿Para qué? No quería ser capturado y deportado.

Condujo el coche robado cuidadosamente sólo un poco por encima del límite de velocidad, ni demasiado lento ni demasiado rápido, porque cualquiera de los dos era probable que atrajera a los policías. Sus ojos cafés seguían moviéndose a su detector de radar de mano y al escáner de la policía que llevaba con él. Si tuviese que huir, lo haría, y sabía que podría deshacerse fácilmente de los policías con la previa advertencia que los costosos dispositivos le darían.

Jimin no estaba preocupado. Le había dado al gordo empresario dos roofies de acuerdo a su tamaño y estaba seguro que estaría fuera de combate hasta media mañana. Rohypnol; era la droga perfecta para que un ladrón de coches dosificara a sus víctimas e, incluso mejor, ninguno de los hombres se lo hubiese esperado.