Illuminatus sum - Yoonmin

Revelación

Corrió, Jimin corrió cuanto pudo, mientras su respiración fallaba y sus pulmones ardían. Otra vez estaba sucediendo aquello, por tercera vez en esa semana. No hacía mucho que había llegado a esa ciudad, y sin embargo ya había alguien tras sus pasos.

Había descubierto que era mejor cuando se infiltraba en ciudades grandes, dónde toda la gente corre de un sitio a otro sin que importe en absoluto lo que sucede a su alrededor, salvo aquello que les interesa. Es mucho más fácil pasar desapercibido de esa forma.

Jimin no recuerda cómo es sentir felicidad, qué es lo que se experimenta cuando un sentimiento como ese te invade el cuerpo y te hace sentir que estás realmente vivo. Jimin solo tiene el recuerdo de su madre cuidándolo siempre y la sensación cálida en el pecho que su padre le dejó. Desde que ellos lo dejaron solo, su vida no ha tenido otro sentido más que escapar.

No tiene idea por qué, no tiene un propósito en la vida ni trama cosa alguna, jamás ha hecho algo como eso; no tiene pertenencias materiales o algo a lo que aferrarse. Y sin embargo, ellos van tras él cada vez.

Jimin corre y dentro de su cabeza se repite su máxima: "No debes extenderlas, no debes extenderlas. Tienes que aprender a controlarte o van a atraparte", y la idea le da la voluntad suficiente como para respirar profundo y continuar huyendo. Frente a sus ojos, un edificio en ruinas se alza al pie de un bosque. Es su única opción hasta que la noche llegue, entonces la oscuridad le dará lo necesario para que pueda partir a otra ciudad.

Se sienta allí, en la soledad y el silencio de una terraza arruinada por los años de abandono. Las nubes comienzan a verse de un naranja pálido en el horizonte, y entonces vuelve a pensar aquello. ¿Por qué no debería dejar que lo atrapen? Él no tiene nada que perder en absoluto, no tiene idea de qué podrían querer, para qué sería útil. Jamás ha hecho otra cosa que no sea huir, aquello no tiene explicación alguna.

Entonces recuerda las palabras de su padre "Son peligrosos Jimin, los que muestran sus alas negras con orgullo no buscan otra cosa que no sea poder. Y no desean usarlo para el bien, desean usarlo contra los humanos. Olvidan que estamos aquí gracias a ellos, por y para ellos. Harían cualquier cosa por conseguir más y destruirlos". La incertidumbre y el miedo le producen escalofríos.

El cielo es oscuro cuando por fin se pone de pie, la estrellas salpican el firmamento entero y se ven preciosas lejos de tantas luces y tanto ruido. Puede sentirse calmo mientras las observa y deja que la brisa le golpeé el rostro. No hay nada alrededor, no puede distinguir ni una sola alma, solo por eso extiende sus alas dispuesto a partir.

Su cuerpo se estremece entero cuando el aire hace contacto con sus plumas, es una sensación única y cosquilleante, y cuando vuela cree casi entender el capricho que sus alas tienen por mantenerse extendidas.

Y entonces lo siente, un ardor monstruoso atraviesa una de ellas, y de repente también algo lo golpea en el costado y lo hace perder estabilidad. El dolor lo cega por un momento, sus alas se retraen solas y está cayendo al vacío. Una de sus manos tantea su cuerpo y encuentra la cola delgada y brillante de una flecha, tirar se ella para sacarla lo hace liberar un grito, y cuando puede volver a ver, encuentra su mano empapada de sangre.

No hay forma de que pueda mantenerse en el aire, sus alas no le obedecen; y mientras cae piensa que está bien, que después de todo está demasiado cansado como para seguir con aquello, siempre en las sombras, en la oscuridad.

Antes de que su cerebro se apague del todo, Jimin es capaz de sentir como algo cálido lo envuelve. Piensa en su padre entonces, porque se siente igual a uno de sus abrazos.

—Te tengo, está bien. Te tengo. Resiste —una voz le dice. Y entonces tiene la sensación de ya no estar cayendo —Sangras ¿Por qué sangras? No se supone que un angel debería... ¡Oh no! —la voz exclama alarmada —Por favor resiste, quédate conmigo. Estás a salvo.