Cuando me coloco los audífonos y miro las aspas del ventilador temblar, la luz blanca y fría que proyecta la lámpara en las paredes de concreto, el ruido del metal girando con velocidad; mi mente se desconecta y navega por un mar de pensamientos torturantes, por un desierto caluroso lleno de emociones, que me arrastran a una ansiedad hambrienta.
Hace mucho dejé de luchar contra el impulso de salir de ahí, porque lo único que conseguía era hundirme más.
Llámalo debilidad, mi cobardía lo nombró instinto de supervivencia.
Me traicione de las peores formas, me destroce de a poco utilizando los buenos recuerdos en un arma letal para hacerme sufrir. Convertí todo lo que alguna vez me hizo feliz en un filo para abrirme agonías.
El caos dentro de mí se exteriorizó en los montones de ropa sucia esparcidos por el suelo de mi habitación, sobre las pequeñas migajas en el escritorio del día anterior, en las enormes ojeras que sobresalían por debajo de mis ojos cansados, en mi pelo grasiento y revoltoso. A ese punto, mis labios partidos y grises reconocían el salado de las lágrimas.
Dejé de intentarle encontrar una razón a mi creciente necesidad de autodestruirme, a mis pocas ganas, a mi irratibilidad, a mis arranques de furia, al nudo en mi garganta y mis ánimos decayentes.
Me cubrí en una personalidad alegre y totalmente falsa.
Forcé sonrisas y me obligue a sentarme en un sitio que me gritaba motivos para huir y correr.
Me sentía culpable pero no había crimen.
Me sentía insuficiente.
Me sentía derrotada.
Y quisiste estar ahí, ¿pero cómo estar en un lugar con una persona distante? ¿Cómo ser feliz con alguien tan triste?
Mi cuerpo aceptó y recibió al cansancio mental de una manera aterradora. Pronto, mi cabeza no era la única exhausta.
No entendía cómo podía seguir de pie cuando por dentro estaba tirada y completamente paralizada.
No entendía por qué me estaba ahogando.
No entendía por qué aceptaba que estaba jodida y no hacía nada al respecto.
Me cansé de tantas maneras que no entenderías.
Quiero pensar que tú hubieras intentado evadir al mundo igual que yo, ¿pero cómo? Tú no sentías esto.
Tú nunca sentiste que el mundo se te venía encima.
Que estabas muerta por dentro.
Nunca te sentiste harta de llorar pero inevitablemente llorabas más.
La piel no se te empalideció, tus ojos no se tornaron de un rojo preocupante, no te desconociste, no te quisiste de vuelta, no quisiste dejar todo atrás, a ti nada se te tornó insípido, no te sentías devastada después de tanto dormir, no comías para aminorar el dolor, no te dolía el alma, no te pesaba el cuerpo; la vida, no te sentiste inútil, ni sola, ni incapaz, las palabras no te fueron insuficientes, el tiempo no te comió, no quisiste renunciar,
no se te fue la vida y le reemplazó una traidora.No, no, no, no, no
No lo entenderías.
Y por eso te alejé.
Saudade: Una melancolía extrema por algo o alguien que amas, pero que has perdido. (Portugués)
Lamento la demora, bonitos. ❤️
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Seductora Nostalgia ©
PoetryLa muestra perfecta de mi esencia a solas. Relatos en vela y con el corazón destrozado, simulando poesía con el alma y con el cuerpo temblando.