Quizá por haber sentido tanto, caí y me gasté, estaba cegada pensando que si tropezaba no me levantaría más, habían miles de razones para ya dejarme hundir y no pedir una mano, o simplemente ya no buscar un buen sentido a mi vida. Como humanos estamos abiertos de par en par al dolor, para dejarnos llevar por este, por los recuerdos más hirientes, aquellos que sólo pinchan y revientan afectando absolutamente todo nuestra alma haciendo que los obstáculos se vean gigantes. Sin embargo, he decidido y aprendido a despegarme del pasado, a todo aquello que me ata a cosas sin sentido en mi vida, a personas que sólo estorban, ha sentimientos que es mejor ni evocarlos y momentos que mejor dejo que el pasado se lo lleve. Pero a pesar de eso, hay días en que me cuesta arrancar. Hay días en que todo parece mas difícil. Pero de todos modos lo intento y para mi sorpresa luego me encuentro viviendo de los mejores días de mi vida. Y eso me demuestra que nada puede conmigo, que siempre hay que seguir adelante con aquella mejor sonrisa que poseo. Pues siempre se puede estar mejor si se quiere y yo anhelo aquella sensación que se siente de maravilla.