❝Realidad dubitativa, paradero desconocido. En los frondosos bosques de mi mente todo es confuso y un poco desconcertante, las hojas secas que, crujen a mi paso, parecen estremecerse o retorcerse de dolor, esbozando escorzos de naturaleza anormal. Y como la razón nunca se vislumbra entre ese afamado dolor intermitente, no cesan los pisotones; como si de un caminar pueril, torpe se tratara, más me alejo del sigilo requerido, alertando a todos los sentimientos ávidos de sosiego. Se escapan, se esfuman entre la neblina crepuscular, volviéndose imperceptibles, etéreos, como un zorro, entre la maleza, como un violín callejero en avenidas frenéticas. Y qué hacer, sino llevarse las manos a la cabeza, frotarse cruelmente los ojos con intención de borrar tales imágenes. Lo que un día hacemos bien, puede que sea la fija tortura de un futuro rebelde e incierto. Hoy las lluvias se clavan en los hombros de forma vertical, despiadada; los atardeceres estivales incendian las retinas y evocan lo cruel de la belleza, lo malévolo de un amor que atraviesa de tal forma que, así permanece en el estómago, devorando nombres, y deseando que alguno se le atragante❞.