Capitulo 10.

546 40 0
                                    

Se asomó con cuidado detrás de aquella ventana. Ella tenía que lograr acercarse a él y saber como estaba. Desde que había sabido que sus hermanos lo habían herido, no había podido dormir, ni dejar de pensar en él. Cruel destino que no los dejaba en paz. Idiotas hermanos le habían tocado. A veces lograba odiarlos. 
Se acercó más al vidrio, logrando ver en el interior de la habitación. Y allí estaba él, acostado en la cama, con los ojos cerrados, cara de tranquilo. El corazón se le estrujó. Levantó una mano y la apoyó contra el cristal, deseando que él la viera. 
Entonces Cameron giró la cabeza mientras abría los ojos, sus miradas se encontraron. Ella sonrió bobamente mientras retenía un par de lágrimas. No sabía por qué quería llorar. El pelinegro se sentó rápidamente en la cama, siseó ante el repentino dolor que le invadió el brazo. 
—No, Cameron —musitó ella. Él ignoró el dolor y se puso de pie, caminó lentamente hasta la ventana, se arrodilló ante ella y con la poca fuerza de su otro brazo logró abrirla. 
— ¿Qué haces aquí, princesa? —le preguntó de manera tierna.
Eran increíbles las cosas que ella le hacía sentir. Simplemente verla allí parada lo había hecho olvidarse de todo, hasta del dolor. 
—Tenía que saber como estabas —dijo Greta y de repente sus labios temblaron mientras trataba de no llorar —Lo siento tanto, Cameron —no pudo evitarlo, la primera lágrimas resbaló por su mejilla —Te juro que no quería que eso pasara… casi muero cuando lo supe. Insulté a mi padre, a mis hermanos, a mi madre… me encerraron. Pero logré escapar. 
—No, no, no, princesa, no llores —murmuró el chico y estiró su mano para tocar su mejilla. Secó las lágrimas con su pulgar —Como ya ves estoy vivito y coleando —Greta esbozó una pequeña sonrisa —Y no me tienes que pedir perdón… no fue tu culpa.
Se quedaron en silencio, mirándose detenidamente a los ojos. Cam seguía acariciando su rostro. Se sentía dichoso, su corazón latía fuerte. Se agachó un poco más. Podía besarla. Jamás lo había hecho antes, tenía miedo de no… agradarle. Pero ahora que la tenía allí, con los ojos llenos de lágrimas, mirándolo de aquella manera tan linda, no podía evitarlo. 
Greta pestañeó. ¡Él iba a besarla! La respiración la abandonó por completo. Siempre había querido que el chico de sus sueños fuera el primero en besarla. Cerró los ojos lentamente, esperando sentir sus labios.
Cam sonrió, se veía adorable así. Se acercó un poco más. Su brazo protestó, pero no le prestó atención. Tenía algo mucho mejor al frente. Sus labios rozaron su nariz, depositó un casto beso allí. Bajó un poco más, y un suspiro chocó contra su mentón.
—Cam… ¿estás despierto? 
Él se incorporó rápidamente al escuchar la voz de David a punto de entrar a la habitación. Miró hacia la puerta y luego miró a Greta. Ella tenía el ceño levemente fruncido. 
—Viene alguien —le contó. La castaña alzó ambas cejas en un gesto de asombro. Sacudió la cabeza, tenía que irse de allí —En una hora te veo detrás del gallinero. 
—Pero, Cameron, tu brazo…
—Shhh —la calló —Te esperó allí, princesa —le sonrió bobamente. Ella copió su acción, sintiéndose demasiado tonta —No me falles. 
Cerró la ventana y casi voló hasta su cama. Maldijo por lo bajo ante el asfixiante dolor que lo invadió. ‘Ella lo vale, ella lo vale’ —pensó.
La puerta se abrió y David entró. Cameron lo miró extrañado. ¿Desde cuando su primo sonreía de aquella manera tan idiota? David caminó hasta la cama que estaba a su lado y se dejó caer pesadamente con los brazos detrás de la cabeza.
— ¿Cómo está tu brazo? —le preguntó luego de unos segundos. Cam frunció el ceño. David estaba raro… muy raro. 
—Mejor —se limitó a contestar —Oye… no es que sea extraño en ti, ni nada por el estilo. Pero ¿Por qué estás sonriendo como imbécil? 
David giró la cabeza para observarlo, y entonces comenzó a reír. Cam arqueó una ceja. 
—No lo sé —siguió riendo —Dime, tú ¿Por qué tienes esa cara de idiota?
El pelinegro se tensó. ¿Tanto se le notaba? Pero no podía agarrar y decirle a David que Greta había ido a verlo y que casi la besa. Sería como estar a punto de cavar su propia tumba. Ya que él le había dejado claro que no quería que ellos se vieran hasta que las cosas estuvieran arregladas con los Montoya. 
—No… nada, nada —miró al techo tratando de pensar en otra cosa para cambiar de tema y que él no lo descubriera. Y de repente sonrió —Ya sé por qué estas así. 
—Ah, ¿si? ¿Por qué? —inquirió él.
—Porque vino la hija del jefe —sonrió con picardía. David lo miró algo sorprendido. No esperaba que Cameron dijera eso —La chica de la foto que tenías escondida…
—Claro que no —aseguró.
—Oh, vamos, primo, ambos sabemos que si.
—Que no, idiota.
—David está enamorado, David está enamorado —comenzó a cantar.
David tomó una almohada y se la arrojó, golpeándolo en la cabeza. Cameron carcajeó y se apretó el brazo fingiendo que le había pegado allí. 
—Pareces un niño, Cameron —lo regañó — ¿Qué va a pensar Greta?Cam sonrió con soberbia.
—Ella me ama de cualquier forma.
—Si, si, seguro —ironizó David.
Se quedaron en silencio. David  miró fijo al techo y una tonta sonrisa se curvó en su rostro.
¿Por qué se sentía tan idiota? Todavía tenía en sus oídos el retumbe de su risa. No había cambiado nada… era igual de contagiosa que siempre. Y se sentía extraño por lo que había pasado en la caballeriza. Si el amigo de ella no hubiese entrado, quizás él hubiese hecho una estupidez.¿Sería solo un amigo? Había algo muy raro en ese amigo. Más bien daba la vista de ser una… amiga. Sacudió la cabeza y se levantó.
— ¿Quieres que le diga a mamá que te traiga algo para desayunar? —le preguntó.
—Mmm —pensó él mientras se tapaba hasta el cuello —Puede que quiera unos waffles con muchamiel, un tazón de cereales, un poco de jugo de naranja y… ¡Tocino! Si que quiero eso. Tambiénsería muy agradable un par pan tostado con mantequilla y un café con leche, con mucha canela…
— ¿Y si mejor te traigo el refrigerador completo? —le preguntó David con sarcasmo.
—Disculpe usted, señor Campo comedor de carne compulsivo. Pero necesito reponer fuerzas comiendocosas saludables.
—El tocino no es saludable —dijo David. 
—Claro que lo es. Sino mírate… te la pasas comiendo porquerías y eres el hombre por las que todas las muchachas del pueblo suspiran —hizo ojitos.David no pudo evitar reír.
—Eres un idiota, Cameron.
—Ya, vete… tráeme el desayuno.
David salió de allí y se dirigió a la cocina. Se detuvo al escuchar una voz allí.
— ¿Por qué me hablas así? —preguntó ella. David se asomó un poco y la divisó hablando
desde un celular. Frunció el ceño —Ya te dije por qué acepté acompañar a papá… era importante para él que yo viniera —David se acercó un poco más para escuchar mejor —No me interesa nada de lo que hay en este campo, maldita sea —y sintió un presión en medio del pecho al escuchar aquellas palabras — ¡Tú no quisiste acompañarme! — Ella comenzó a llorar — ¡Tuve que pedirle a Matt que lo hiciera! ¡Tú nunca estás disponible! — No le gustaba verla llorar, jamás le había gustado — ¿Por qué me haces estás cosas, Aston? — Se tomó la frente con una mano mientras apretaba los labios — ¿Sabes qué? Haz lo que quieras. ¿Quieres dejarme? Hazlo.
¿Quieres engañarme? Hazlo. ¿Quieres… irte al demonio? Hazlo. Al final Mattie siempre tiene la razón… no vales la pena —aquel infeliz que la estaba haciendo derramar lágrimas debía ser su pareja. Eso lo llenó de una extraña angustia — ¡No, no me pidas perdón ahora, idiota! Siempre
haces lo mismo… Aaargh, no quiero seguir hablando contigo. 
Cortó y se sentó en una de las sillas con la cabeza gacha. David quiso entrar allí y acercarse a
ella para abrazarla. Cuando eran niños siempre era él el que la consolaba y cuidaba de todo lo que pudiera hacerle mal. Tal vez ahora también podía hacerlo. Iba a entrar pero alguien se le adelantó. 
Matt ingresó a la cocina y se arrodilló frente a ella. ______ (TN) lo abrazó por el cuello rápidamente y se echó a llorar con más fuerza.
David sonrió con amargura. Él ya no era su mejor amigo. Ya no era el que secaba sus lágrimas, ni el que la hacía reír para hacerla sentir mejor.
Alguien más ya había ocupado ese puesto. Y al parecer no era el único puesto que le habían usurpado. Su corazón también estaba ocupado por otro. 
Soltó un suspiro. Aquello no tendría que importarle. Pero… ¡diablos! le importaba. Sacudió la
cabeza y salió de allí antes de que alguno de los dos lo viera. 
Era hora de entender que las cosas habían cambiado. Él ya no tenía 13, ella ya no tenía 12. Y sus corazones estaban en distintos caminos.

(Despues de leer deja tu voto) 

Gracias por leer la =D

Wild Horses. (Adaptada David Auryn y TU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora