Prologo

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La tarde se venía abajo, el cielo se teñía de rojo y las nubes huían del firmamento. Tiempo atrás hubiera estado contemplando este fenómeno, pero esa tarde yo no tenía tiempo para nada. Con el tiempo pegado a las suelas, corría hacia el campanario. En ese momento sentí frío, un frío tremebundo, tal era mi sufrimiento que sentía que me quemaba como si de una llama me tratase.

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