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Era un idiota, un idiota mujeriego, pero un idiota demasiado sexy, encantador, seductor, amable, gracioso, atento... Estúpido Sinbad ¿Por qué tuve que enamorarme de ese hombre? Lo conozco desde mucho antes de que Sindria fuese creada, pero jamás me vio como una mujer, nunca me mostró ninguna mirada de deseo como las que hacía cuando observaba una mujer hermosa... Era lógico, soy una guerrera, su novena general, mi cuerpo estaba hecho para pelear, no para seducir, era obvio que nunca estaría en el punto de mira de ese hombre, él estaba a otro nivel que yo.
Sin embargo, aunque supiese todo esto, a pesar de haberme mentalizado de ello, sigue doliendo una barbaridad el ver al de ojos dorados coquetear con chicas. Era injusto, estábamos de fiesta y él solo se fijaba en ellas, sentado mientras lo rodeaban y lo mimaban, teniendo a una sentada sobre su pierna, otra abrazando su cuello por detrás mientras le susurraba cosas al oído; otra chica estaba sentada en el reposabrazos izquierdo y otra en el opuesto, acariciado ambas sus fuertes brazos... Tenía envidia y celos, no voy a negarlo, quería ser yo la que pudiera tocar cada uno de esos lugares... Quería que me susurrara cosas al oído, tal y como hacía con ellas...
No pude seguir observando aquella escena, os juro que es muy doloroso, mi pecho estaba que iba a reventar de las ganas que tenía de llorar, más no solté una sola lágrima, soy una guerrera, no iba a mostrar tal debilidad, y mucho menos ante mis compañeros.
La chica de cabellos azulados sentada al lado mía me miró con un semblante que transmitía comprensión y lástima. Sé que no lo hizo a posta, pero no quería que me mirasen así. No voy a morir de tristeza por un hombre.
— Deberías distraerte, (Nombre), no me gusta verte tan angustiada — me sugirió con preocupación.
Le di un largo trago a mi bebida alcohólica para que el ardor en mi garganta me elimine la sensación punzante que tenía.
Tenía razón, lo mejor era distraerse ¿Y qué mejor manera de hacerlo que bailar? Era lo que más se hacía en ese reino, así que era la mejor opción para divertirme y no pensar en el bobo de Sinbad.
— Tienes razón.
Me levanté y me quité las dagas y el arco que tenía siempre conmigo, junto con la pequeña armadura. Me quedé solo con un top que sujetaba bastante bien mis pechos y una falda-pantalón. Mi abdomen marcado por el ejercicio se mostraba a la perfección, pero poco me importaba, mi cuerpo no era atractivo, o bueno, eso era lo que pensaba yo.
Cuando me giré para hablar con mi amiga me fijé en que todos mis compañeros de batalla, incluso Alibaba y Aladdin, me miraban con la boca abierta. No voy a negarlo, sus miradas me hicieron sentirme sexy y avergonzada al mismo tiempo, pero no me detuvo, solo hizo que animarme más.
