UN NUEVO COMPRADOR

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—Largo de aquí— Usaba mi voz dominante para ahuyentar a un macho de oso pardo.

Sus orejas aparecieron involuntariamente y bajaron en señal de sumisión, cabizbajo salió rápidamente empujándome fuera de su camino.

—Nunca fallas, gatita— Adele emocionada y feliz contaba la plata que había ganado gracias a mí. Era el tercer monto en la semana.

Sin decir una palabra salí a mi recamara, eran las ocho de la noche y pronto comenzaría mi turno, hoy seré mesera.

Caminar por el pasillo que daba a mi habitación era un recorrido lleno de miradas y susurros por parte de mis compañeras, me odiaban por ser la "favorita" de la directora, me juzgaban por la poca actividad que tenía en el lugar; no copulaba, no me dejaba llevar por un macho, apenas trabajaba y, sin embrago, tenía la mejor habitación del lugar.

Para mi suerte, hacía años que sus comentarios solo eran palabras que se llevaba el viento junto al humo de cigarro que fumaban tan desesperadamente. El chip que adormece mi K.I. también duerme mis emociones; no he sido capaz de sentir miedo, tristeza, vergüenza ni felicidad desde los doce.

En este lugar no tenía amigas, en realidad, ninguna de nosotras es amiga de nadie. No nos encariñábamos con nada ni nadie; las niñas que llegaban intentaban tener un vínculo con alguna de nosotras pero eran rechazadas hasta que entendían nuestros motivos, muchas habían sido esterilizadas, no hay dolor más grande para una hembra que saber que jamás podrá tener cachorros, nuestros K.I. nos lo piden, es algo a lo que no nos podemos negar, es parte de nuestro instinto asesino; esa parte de animal o bestia que poseemos todos los cambia forma, esa parte primitiva que no podemos domar pero si controlar, fue llamado Killer Instinct -K.I.-.

Para estas hembras adoptar a alguna de las niñas para llenar el vacío, no es suficiente, algunas lo intentan otras rechazan la idea por completo. Y encontrar a sus mates les aterra, ningún macho querrá a una hembra que no puede darle cachorros y terminaran siendo rechazadas, aunque eso mate a ambos cambia formas.

La gran mayoría son vendidas o mueren gracias a los machos con quienes copulan, si no se les obedece. Muchos les piden que se pongan a cuatro patas o alguna otra posición en donde les den la espalda, todas se niegan a eso, hasta yo lo haría, esa posición solo se hace entre mates o entre cambia formas que se tengan confianza, de otra manera solo te rebajas a ser una hembra que se deja montar por cualquiera. Hasta entre prostitutas hay niveles.

A otras, como a mí, ocultan nuestra esencia para que jamás podamos encontrar a nuestro mate. Todos los clubs y Pet Shops están obligados a dejar ir a sus hembras o machos si estos encuentran a sus mates. Sin hembras, no hay clientes y sin clientes, no hay dinero.

—Ya es hora, Silver. Empiezas en cinco minutos.

Una de las hembras me llamaba a trabajar, ya estaba lista. Me llamaban Silver porque eso era para Adele, solo plata y pronto todas empezaron a llamarme así.

Después de revisar los últimos detalles de mi "uniforme", el cual solo era un traje de maid muy corto y revelador, salí al club para empezar con mi turno.

Al llegar a la barra, tomo una bandeja y dejo salir mis orejas y cola para que así los clientes sepan cual es mi bestia interna, ellos las mantenían ocultas.

Wild Jungle es el mejor club del estado, a este lugar asisten todo tipo de machos importantes, no recuerdo a uno solo que haya venido vistiendo ropas baratas... la gran mayoría vestían trajes o ropas bastante caras, pocos Alphas asistían pero cuando lo hacían eran los mejores atendidos. Y aun con su alto status nos trataban como lo peor de lo peor; sus modales, carisma y cortesía se quedaban dentro de sus lujosos autos en el estacionamiento.

Vi entrar a un grupo de machos, tomé mi bandeja y me encaminé hacía ellos para tomar sus órdenes. Un par de mesas antes de llegar, un macho tira de mi cola para llamar mi atención.

—Una botella de su mejor champagne, ahora y date prisa.

Asentí e hice una seña a la barra para que prepararan la botella. Seguí mi camino a la mesa que era mi destino, alejándome lo más pronto que pudiera. Odiaba que jalaran de mi cola como si fuera una maldita hembra de gato doméstico.

Llegué a la mesa preguntando por lo que les gustaría consumir, sin embrago uno de ellos me veía, su sonrisa me era desagradable.

—A ti, gatita— comenzó a reír viendo al resto de sus compañeros—. ¿Cuál es tu precio por una noche?

—Mi precio se lo puede dar mi dueña. Yo no soy prostituta, estoy en venta.

—Solo quiero tenerte un rato. Ya tengo dos mascotas en casa, así que dime: ¿Cuál es tu precio?

—Ya le dije que estoy en venta, si quiere copular vaya con alguna otra mesera o con una bailarina.

Me di la vuelta para buscar a la encargada para que le asignara una hembra, sin embargo sujetó mi brazo dejándome ver sus garras, colmillos, orejas y cola; estaba molesto.

—¡Obedéceme!— un lobo Alpha.

Apenas llevaba diez minutos en servicio y ya habían colmado mi paciencia.

Sin apartar mi mirada de la suya comencé a gruñir, pronto su agarre se suavizó hasta liberar mi mano, poco a poco mostró señales de sumisión y regresó a su asiento... todos quedaron en silencio.

Fui con la encargada para contarle lo que había pasado. Me ordenó que fuera a cambiar mis ropas por unas de bailarina e intercambiara lugar con alguna.

Me acerque a una hembra de conejo que le encantaba ser mesera, cambiamos de puesto y me preparé para salir a dar espectáculo.

Después de un par de horas bailando, fui a descansar... ya eran casi las 2 a.m. y mi turno pronto terminaría, tomé un poco de agua y coloqué mis guantes rojos para decirle al público estoy en venta.

Ya era mi último baile de la noche. La música sonaba y yo era el centro de atención, tenía mi propio reflector, escuchaba rugidos, gruñidos y hasta aullidos... junto a ellos logre escuchar al resto de las hembras murmurar, le resté importancia y seguí hasta terminar.

Me puse de pie en el centro del escenario para que hicieran el anuncio de cada noche; las hembras en venta. A mí se acercaron dos hembras más y comenzó el anuncio, dado por Adele.

Muy buenas noches, estimados clientes. Como cada noche tenemos para ustedes las hembras que están a la venta. La más pequeña es Ginger, tiene dieciséis años y es una linda hembra de gato, solo veinte mil monedas de plata. La que le sigue es Sky, tiene veintiún años y es una hembra de lobo, cincuenta mil monedas de plata es su precio. Y para finalizar, nuestra más conocida oferta; Silver, una hembra de león de veinticinco años, doscientas cincuenta mil monedas de plata o gratis si logran someterla. Si les interesa cualquiera de ellas, pasen a mi oficina a cerrar el trato.

Los aplausos sonaban por todos lados y las cuatro bajamos del escenario camino a la oficina de Adele. En menos de una hora Ginger y Sky habían sido vendidas, ya se encontraban empacando la poca ropa que tenían. Por otro lado, yo estaba recostada en uno de los sofás que estaban en la oficina. Parecía que no ofrecerían plata por mí o eso creí hasta que lo vi entrar; era un macho alto, parecía tener un poco más de treinta años, su mirada era penetrante, fuerte y segura, su cabello era de color marrón rojizo, un poco largo y ondulado y vestía un traje negro con una camisa del mismo color, no llevaba corbata. Un rastro de vello facial empezaba a asomarse por su piel dejando ver la forma de su barba, su piel era blanca.

—Quiero a la hembra de león— soltó, dejando cinco bolsas con monedas de plata sobre el escritorio.

Vi la expresión de Adele y estoy segura de que pensaba lo mismo que yo; dile adiós a tu dinero, idiota.

La Hembra Dominante & El Macho Alpha [+18] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora