Adele se levantó de su asiento y ofreció sentarse al macho que tenía enfrente pero éste rechazó. Volvió a su asiento para explicarle la forma "correcta" de comprarme.
—Apreciable cliente, déjeme aclararle algo: Silver es nuestra más preciada hembra y tenemos un trato para ofrecerle, si acepta, se la podrá llevar completamente gratis, ¿Qué dice?
El macho giró a verme por algunos segundos dejándome apreciar sus ojos grises.
—¿Cuál es el trato?
Su voz era profunda y firme.
Adele sonrió, entrelazó los dedos de sus manos y comenzó a explicar:
—Es muy simple: si logra someterla, enviándola a que empaque sus cosas, será toda suya y podrá llevarse la plata consigo. Pero si ella logra intimidarlo y someterlo, ordenándole que salga de la oficina, la hembra se queda y la plata también. ¿Alguna duda?
—¿Alguna otra regla?
—No puede tocarla ni ella a usted. Solo pueden ordenar esperando a que alguien obedezca y puede acercarse a ella lo más que pueda, pero sin tocarla.
Ambos nos pusimos de pie uno frente al otro, dándole inicio al juego.
Vi como sus ojos cambiaron de color a verde intenso, tragué saliva y espere su orden.
—Ve a empacar tus cosas.
—No.
—Empaca tus cosas— di un pequeño brinco al escuchar su voz de Alpha.
—No, tú sal de la oficina— su sorpresa al escucharme hablar con mi voz dominante fue única.—. Sal de aquí— pude ver como mostraba sus orejas y cola, siempre era buena señal. Él era un tigre Alpha.
—Empaca tus malditas cosas— dio dos pasos hacia mí haciéndome retroceder.
Estaba asombrada por lo que estaba pasándome; ¡Me estaba intimidando! Me sentía inquieta y se mostraba a través de mi cola. No podía permitir algo así.
—Largo de aquí— siguió caminando hasta hacerme quedar entre él y la pared.
—No... empaca tus cosas— mi respiración se agitó y mi corazón latía con fuerza, sentía como mis piernas comenzaban a temblar.
Y por primera vez aparté mi vista de sus ojos, pidiendo ayuda a Adele, quien asombrada ni siquiera parpadeaba.
—No iré— fue lo único que salió de mi boca, mi voz se había tornado temblorosa.
—Empaca tus malditas cosas, ahora— sentí mis orejas bajar y mi cola enredarse en una de mis piernas, me abracé a mí misma para darme fuerza -algo inútil ante él-.
—¡No! ¡Ya vete!— una de sus manos se posó en la pared al lado de mi cabeza y al acercar su rostro al mío, giré intentando ver a otro a lado, pero el miedo hizo que cerrara mis ojos con fuerza. Lo último que vi fue su cola inquieta.
—No me iré hasta que empaques tus cosas y te vayas conmigo. Obedéceme— susurró en mi oído. Me limité a negar con mi cabeza, ya no podía más, estaba totalmente sometida—. ¡Obedéceme de una maldita vez!
—¡Está bien! ¡Iré!
Se apartó de mí dejándome el camino libre para ir por mi maleta, salí casi trotando. Por el pasillo las otras hembras me veían asombradas, impactadas. Verme en un estado tan sumiso ni yo podía creer que había pasado, después de trece años un macho me había sometido.
Sinceramente no creí que este día llegaría, creí que viviría así por siempre... qué ingenua fui.
Ya en mi habitación, empaque todo lo que debía llevarme; solo ropa, zapatos y algo de perfume. Cambié mi ropa por una más casual y con mi maleta en mano, salí de mi recamara para ya no volver jamás.
En el otro extremo del pasillo me esperaban; Adele, tres guardias y mi nuevo... amo. Sentí un nudo en mi garganta formarse al pensar en esa palabra, ahora él era mi amo.
Ya no había vuelta atrás, respiré profundo, oculté mis orejas y cola, y comencé a caminar. Los cuchicheos de mis, ahora, ex-compañeras no pasaban desapercibidos, todas se empujaban unas a otras para presenciar el cómo me iba. Al llegar frente a quienes me esperaban, uno de los guardias toma mi maleta para llevarla por mí.
La secretaria de Adele corrió hacia nosotros.
—Señora, no encuentro el certificado de compra de Silver.
—¡Búscalo inmediatamente! No podemos hacer esperar a nuestro cliente.
—Revisé todos los certificados y no está en esa carpeta.
—Silver se escribe con s no con z. ¡Búscalo rápido!
—Disculpa, Adele— hablé interrumpiéndolas y haciendo que giraran a verme—. Mi nombre es Katherine, no Silver. Tú empezaste a llamarme de esa manera, ¿Recuerdas?, me llamabas Silver mine.
—Ya escuchaste a Katherine, busca su certificado— la hembra salió corriendo de vuelta a la oficina de Adele. Después se giró a verme—. Como olvidarlo, eras mi mina de plata personal, pero como toda mina; te quedaste sin mineral que extraer.
Estaba molesta. Pero era cierto, su mina de plata ya se había quedado vacía.
A los pocos minutos, su secretaria volvió con mi certificado y se lo entregó a mi nuevo amo, quien después de ver que todo estaba en orden, se dirigió a la salida y yo detrás de él.
Estaba algo nerviosa, en mis veinticinco años de vida, nunca había visto la ciudad mucho menos de noche. Un auto negro se estaciona frente a nosotros y uno de los guardias me abre la puerta del copiloto, mientras mi amo se despedía de Adele. Ambos subimos y a través de la ventana le dedique una última mirada a quien fue mi dueña, su expresión seria y hasta algo triste fue lo último que vi de ella.
El coche arrancó y a mi lado estaba mi nuevo dueño.
No tenía idea de quien era y creo que no tenía intención de hablar conmigo, no me importa mucho en realidad, solo quiero saber a dónde me lleva.
Dos horas de viaje y un silencio ensordecedor; así es viajar junto a mi amo. Me dediqué a ver por la ventana, y ver a nuestras diosas; la luna y las estrellas, no sabía mucho de ellas. Siempre me negaron saber muchas cosas.
—¿Qué eres?— cuestionó, tomándome por sorpresa.
—¿De qué habla?— lo miraba esperando que fuera más claro.
—¿Por qué tienes voz de Alpha?
—No es voz de Alpha, es voz dominante. Eso soy, una hembra dominante.
No preguntó más. Seguía con su mirada en el camino, sabía que no me creía.
No estaba segura de que tanta libertad tenía para hablar con él, yo no había sido entrenada para ser una mascota, tampoco era una mucama y mucho menos una prostituta. Pero de algo estaba segura, no permitiría que me sometiera otra vez, no quería sentirme así de nuevo.
No estaba molesta por lo que había pasado en la oficina, pero no niego que me sentí humillada al bajar la cabeza, a ceder y a caminar con la cola entre las patas. Nadie me había doblado como él lo hizo ni siquiera otros Alphas.
Aunque a estas alturas, ya no importa.
Y lo acepto con la cabeza en alto; fui intimidada, fui sometida y fui vendida.
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La Hembra Dominante & El Macho Alpha [+18] [COMPLETA]
FantasyEn un mundo que ya no es gobernado por los humanos sino por los cambia formas, Katherine es la más grande fuente de ingresos del club Wild Jungle; un lugar que no solo se dedica a la compra y venta de hembras cambia forma sino también a la prostituc...