6. Tarde

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Tord jadeó el nombre ajeno y se soltó del británico, llevó ambas manos a su suéter y lo retiró junto con la playera blanca de hentai. Se pegó al pecho desnudo de Tom y buscó por sus labios, rozó y acarició sus clavículas, enredó sus manos en su cuello y volvió a atraerlo, besarlo. Ya no pensaba, maldición las ideas simplemente ya no llegaban.

Pegó su pelvis a la contraria y movió lento, ardiente, sintiendo el pene de Tom rozar el propio. Y nunca, juraba que nunca antes había odiado tanto los pantalones como lo hizo en ese momento.

Tom soltó un gruñido bajo cuando su erección fue masajeada con lentitud de arriba a abajo, de la base a la punta y después en círculos. Tord sabía lo que hacía, el hentai no era una pérdida de tiempo después de todo.

Y volvió a unir sus labios en un beso más voraz, más hambriento, apasionado. Sintió su cabello ser jalado con suavidad, apegando su cuerpo al del más bajo como un imán.

Deslizó sus manos por el torso del noruego y llegó hasta esos pequeños pezones rosados donde acarició en círculos, presionó la punta y seguido jaló hacía arriba.

El de cuernos arqueó leve la espalda se aferró a su suéter y tironeó de la base hacía su cabeza. —Q-quítatelo— suspiró.

Tom sonrió, dejó un chupetón en su clavícula y bajó a lamer su pezón derecho, aprisionó con delicadeza entre los dientes y lo saboreó como si fuera el dulce más sabroso que en su vida hubiera probado.

Tord ya no se contuvo, soltó un gemido y nuevamente arqueó la espalda al sentir como el contrario hacía presión en su entrepierna. Lo miró lascivo y a propósito abrió más las piernas para sentir los roces más directos. El pantalón comenzaba a hartarlo, que Tom no se quitara el suéter también. Pero la pasión del momento no lo dejaba moverse, no quería moverse.

Sintió una mano fría adentrarse en su prenda y tomar con brusquedad su miembro. Un escalofrío lo recorrió delicioso a lo largo de toda su columna y ya sin soportar, se levantó, arrancó su pantalón y cuando llegó a su ropa interior lo pensó más.

El alcohólico se relamió los labios y volvió a recostarlo. Lamió los ajenos y nuevamente introdujo la lengua, esta vez más suave, más lento, más caliente. Un pequeño mensaje indirecto para calmar sus preocupaciones.

Tord correspondió sin duda e hizo caso omiso a como su interior le era arrebatado. Su pene erecto salió a la luz y ahogó un jadeo en la boca del británico en cuanto ambos se rozaron. Duros, calientes, ansiosos por sentir al contrario.

Estaba mal, Tord sabía que lo que hacía estaba mal. Ese amor no era real, era retorcido, falso, pero maldición. El mismo peligro lo hacía tan excitante.

Comenzó a mover la cadera lento, Tom le siguió el ritmo. Sus cuerpos ardían, los movimientos adquirieron velocidad. La piel caliente de Tord rozando candente con la contraria liberó un jadeo más fuerte y sin querer se alejó de la boca de Tom. El contrario no se quejó, lo miró y con los labios entreabiertos sus alientos se mezclaron de una manera tan malditamente hermosa.

Tom apoyó ambos brazos a los costados de Tord y sus narices se rozaron, las miradas chocaron y lo movimientos de cadera se volvieron más rápidos, más frenéticos. El noruego se aferró a su espalda y los gritos de su boca se volvieron más incandescentes, sus uñas se enterraron violentas en la ancha espalda del británico y cuando menos esperó, lanzó su cabeza hacía atrás con un alarido para sentir espasmos recorrer su miembro.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2022 ⏰

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Alcohólico ||TomTord||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora