Lanzar una botella al mar

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Las primeras líneas son importantes. Sí tienes suerte conseguiras un buen inicio y será facil atrapar tus futuros lectores, si no es el caso tendras que esforzarte y rear un primer capítulo distinto. 

Pero así es escribir, es una aventura que a veces no sabes dónde te llevará, pero eso lo hace más interesante, a un así con toda la valentía y el gusto por las cosas nuevas, siempre, muy en el fondo un temor involuntario aflora, pero no hay que hacerle caso, porque si hacemos casos a los temores hoy en día el hombre no podría volar.

Cuando pones punto final a tu libro es cuando ves las letras por separado y te das cuenta que hiciste algo bueno, porque las tres cosas que tendrías que hacer antes de morir es, sembrar un árbol, criar a un niño y escribir un libro, en estas tres cosas hay similitudes absurdas, el árbol y el libro ambos tienen hojas; el niño y el árbol tiene vida; y que coincidencia hay entre el hijo y el libro, es que al trascurrir el tiempo ambos tiene una historia dentro.

Al sembrar un árbol tienes el temor de regarlo mucho o de que lo ataque alguna plaga, te desesperas en otoño se caen sus hojas. El temor más grande que tienes de tu hijo es que no sea mejor que tú. Y el del tú libro de que no sea publicado.

Es por eso que mandas tu primer manuscrito a todas las editoriales que puedas, con la esperanza de que alguien tome tú primer libro, lo lea y encuentre en él una historia que quiera compartir con el resto.

El escritor Jordi Soler hace una analogía interesante en cuanto a enviar tú primer manuscrito a un editor, él dice que es como echar una botella al mar; tiene mucha razón, bastante porque a veces tu primera novela puede viajar infinidad de tiempo y nunca ser encontrada, es lo mismo que le pasó a José Saramago, él envió su primer libro “Claraboya” a una editorial que lo único que hizo fue guardarla; 30 años después cuando Saramago había olvidado que en algún momento de su vida había escrito un primer libro recibió una llamada que le recordó que su carrera de escritor había tenido un inicio lleno de decepciones. Esa llamada fue de una secretaria que por accidente cuando mudaban la editorial a otra parte encontró el único manuscrito que existía del libro, el orgullo hizo que fuera a la editorial y recogiera el manuscrito y decidió no publicarla, pero al final lo hicieron tras su muerte.

Por todas estas cosas, toma tu primer libro, ponla en una botella y échala al mar. 

Libro Ciudad Perdida (#Blog)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora