1. ¿Dónde estoy?

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Desperté en una habitación fría. Normalmente despierto por los rayos del Sol o por mi jodida alarma. Pero no, está vez era diferente. Mi cuerpo pedía auxilio. Desde mi adorolida espalda hasta mis pies. Mi cabeza tenía un ritmo diferente, por lo que segnifica que bebí mucho a noche. Vaya, fue una gran noche.

De repente, despúes de terminar de sonreír bobamente recordando la noche anterior, noté una sensación extraña en mis piernas e brazos. Volté mi cabeza y me encontré con una gran soga amarilla atando mis piernas e brazos. Por un momento, pensé que esto es algo de Peter o Isa, pero recordé que ellos ayer se fueron a otra fiesta. Un momento, ¿dónde estoy?

El pánico empezó a llegar a mi y el dolor de mi cuerpo empezó a aumentarse.

Cálmate Isla, seguro que será una broma de tus "amigos".

Empecé a respirar tranquila pero las lágrimas no tardaron en salirse. Pues si es una broma, que paren ya.

En la habitación donde me encontraba era completamente gris expeto las manchas rojas que había en el suelo ¿Sangre? No había ventanas ni alguna salida para poder escapar, solo una enorme puerta gris sólida que se encontraba a simple vista cerrada ya que tenía uno de esos condados muy potentes. En el fondo había una silla de madera que parecía a punto de romperse y un…látigo.

Mierda.

Me apoye en la pared y me abracé a mi misma. Pues posía un vestido negro que llegaba hasta mis muslos y que dejaba a la luz una parte de mis espalda junto a unos tacones negros, y tenía mucho frío. Mis lágrimas empezaron a aumentarse y caían al sucio suelo. Unas grises y sucias lágrimas, pues seguro que ahora tendría la cara llena de mugre y el rímel echo un desastre. Intenté deslizar mis manos de la soga amarillo, pero nada solo conseguía que aparecen más maratones. Antes de que movierá mis manos intentando quitar la soga, la puerta se abrió salvajemente.

Oh no, él no.

Abraham Mateo el famosisímo secuestrador y asesino se encontraba enfrente de mi sonreiendo como un niño que le dieron chocolate. Le miré con todo mi terror y empecé a temblar.

—Señorita—dijó Abraham.—,estás oficialmente secuestrada.

Mi secuestrador. [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora