4. Alejáte de mí.

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Abraham.

—¡Rubén hazle algo!—grité histérico. Minutos despúes que entré yo, Isla le empezó a faltar aire. Carlos, le cogió entre sus brazos y le tumbo en el sofá más cercano que había. Rubén nos había gritado que era asmática, y que necesita ese aparato que no sé ni como se llama, para respirar bien. Pero nuestra gran problema que estamos muy lejos de nuestra ciudad y tardamos unas dos horas y treienta minutos para llegar a Las Vegas. Los chicos empezaron a moverse de un lado para otro nerviosos, esos pedazos de animales, solo le preocupan el dinero. —¡RUBÉN HAZLE ALGO JODER!

—¡DEJA DE GRITAR PEDAZO DE ANIMAL!—gritó Luke, el ojiverde. Le asesiné con la mirada y empecé a morder mis uñas, nervioso. Le eché un ojo a Isla, estaba tumbada débilmente en el incómodo sofá tratando de sobrevivir, aunque eso, se veía hermosa. Era tan diferente de mis ex's o de las que me lleve a la cama. Sus mofletes tenían un color rosa flojo y sus labios estaban rosados. Debajo de sus ojos estaba recorrido el rímel, que da segnificado que estuvo llorando todos estos días donde estaba encerrada. Estaban tan...¿Qué? ¿Yo dijé esto?

-Mira que os váis al carajo.-habló está vez el ojimiel, Lucas. Le fluminé con la mirada y crucé mis brazos encima de mi pecho.

-¡Dejar de gritar! ¡Es asmática necesita urgentemente oxigeno, pero no tenemos el puto aparato!-exclamó Rubén mirandonos a todos. -Solo nos queda hacerle el boca boca.

Y sin pensármelo dos veces me lancé a sus labios. Le empecé a dar oxigeno mientras saboreaba sus labios. Eran tan dulces y muy blandos, Isla fue recuperando aire y me separé de ella. Espera, ¿acabó de hacer eso? Los chicos se me quedarón mirando soprendidos, no esperaban nada de eso de un secuestrador e asesino como yo. Volví a lanzar a los labios de Isla y posé otro corto beso.

-Lo necesitaba, tú mismo lo dejistes.-señale a Rubén. -Y ahora, esto a nadie.

Los chicos asentieron. Isla abrió sus ojos y nos miró a cada uno con temor, especialmente a mi. ¿Habrá notado lo del beso? En sus ojos podía ver todo el odio hacía mi, ¿tan mal besador soy?

Isla.

Estaba en un parque que podía destinguir fácilmente. ¿Qué hago aquí? ¿Cómo llegué hasta aquí? Lo último que recuerdo era que Abraham había entrado con un cochillo lleno de sangre y que mi asma se había vuelto, me desmaye y no recuerdo nada más.

-Cat, mira esos pájaros. Son muy monos.-oí la voz de una niña pequeña. Miré y estaban dos chicas paseando por ese parque. La niña pequeña parecía que tenía siete años, su pelo castaño le llegaba hasta los hombros y sus ojos marrones eran muy pequeñas y muy bonitos, yo. La otra chica tenía el pelo castaño claro que le llegaba hasta la cintura, sus ojos verdes eran tan bonitos que te empotizaban. La niña pequeña estaba agarrada de la mano de su hermana mayor, mi hermana. La ojiverde se volvio tensa y miró a los dos lados, se quedó mirando al lado izquierdo. Miré hacía su dirreción y ahí había un señor que tenía en la mano una pistola, tenía el rostro tapado por lo que no logré verle. Tapé mi boca con una de mis manos y cerré mis ojos, lágrimas empezaron a caer al recordar ese día. La ojiverde, se volteó hacía su hermana y se agachó hasta quedar a su altura, le cogió de los hombros y hizo que la niña pequeña le mirará a los ojos. La niña pequeña, empezó a llorar por el miedo y el peligro que recorría.

-Isla, cielo, tú corre y jamás volteas atrás. Cuando llegues a casa, avisales a papá y a mamá en donde estoy y ellos sabran que hacer, ¿de acuerdo?-besó la mejilla de la niña pequeña, y está asentió. Cerré de nuevo mis ojos y lágrimas y más lágrimas empezaron a salirsé.

-Cat, no quiero dejárte aquí sola, me prometistes que hoy ibamos juntas a casa.-dijó la niña asustada.

-Pequeña, te prometó que cuando llegué a casa, jugaremos a las muñecas, ¿de acuerdo? Y ahora vete, corre.-dijó la ojiverde mientras besaba la pequeña cabecita de la niña.-Isla recuerda siempre, que si la vida te da noventa y nueve razónes para caer...

-Recuerda, que tu tienes cien razónes para levantarte.-continúo la niña pequeña. La ojiverde besó de nuevo la frente de la niña pequeña, y está se echó a correr sin mirar atrás, como le indicó su hermana.

***

Me desperté al sentir que ya no respiraba con difucultad, ¿cómo? No lo sé. Miré a los lados y los chicos estaban ahí sentados esperándo a que me despertará. Rubén y Abraham estaban enfrente mio. Miré a cada uno con odio y temor, más a Abraham, ya que acordé que había entrado a está cochina casa con un cuchillo empapado de sangre.

-Isla, ¿estás bien?- preguntó Abraham, le miré con más odio y le respondí.

-Alejáte de mí.

Mi secuestrador. [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora