Len temblaba mientras subía por el ascensor. Las clases que tomó hoy parecieron ser un cuento en alemán y sólo se limitó a suspirar con ahínco cuando tomó el autobús para ir a casa.
La mente del omega permanecía ajeno a lo perceptible de sus emociones, pero su cuerpo sabía las razones de su estremecimiento, reconocía todo su fervor y menospreciaba la manera en cómo lo reprimía torpemente. Había pasado la tarde completa con ese sentimiento abrumador. Rubores en el rostro, temblando todo el tiempo; y sobre todo falta de concentración.
Su celo había llegado hace dos semanas, un completo martirio porque la pasó así en Navidad y Año Nuevo, con dolores insoportables que se imaginó que los supresores no pudieron ayudarle bastante con el inconveniente. Pensó en organizar una cena especial para su hermana melliza junto a Ken, pero por las complicaciones la joven tuvo que aplazar su viaje para cuando este se mejorara y no tuvo de otra que enviar a su hijo con Piko a casa de sus padres, debido a que el albino ya tenía planeado pasarse los últimos días del año con sus parentales.
De hecho Kaito le había pedido con anticipación que le diera el permiso de llevar a su cachorro a conocer a sus abuelos, pero Len nunca se sintió seguro y siempre evadió el tema. Y todo volvió a ser malditamente trillado, como si en realidad fuera la primera vez del reencuentro; el omega recuperó su conducta evasiva, orgullosa y petulante. Y lo que le dolió más al rubio fue que Kaito esta vez mostró más respeto y desistió en todos sus propósitos.
Maldición, cómo decir que a Len sí le agradaba sentirse importante, darse de rogar y sobre todo humillar. Porque cabe recalcar que no era como si le encantaba hacer cosas viles a los demás, pero él sabía que ese alpha merecía ser incendiado con sus voluntades. Pero aquello sin duda alguna era lo más homeopático comparado con lo que realmente su lobo interno está sintiendo. Los deseos de la inclusión afectuosa, sensibilidad en su torso, sentimientos de culpa e insuficiencia, de odio y confusión... Claramente era que todavía estaba enamorado.
Y todo resultó ser profundamente doloroso y Len perdió la cuenta de cuántas veces se ha odiado por sus guerras internas.
Mas no pudo hacer nada. Piko y Ken se marcharon, Kaito también lo hizo poco después; y quedó solo en una posible depresión mental mientras luchaba con su celo de mierda.
Sin embargo, Len sabía con perfección que de eso no se trataba porque hace poco le había llegado, solamente discernía que necesitaba tomarse una enorme tasa de café y sentarse en su sofá favorito, abrazar a su hijo y convencerse que no necesitaba nada más, incluso cuando objetivamente necesitaba todo.
Cuando entró a su departamento, la voz de Piko fue lo primero que escuchó. De sólo juzgar el tono en que fue expresado, Len determinó que estaba ansioso, como siempre, pero diferente porque se halló inquieto, con su celular en manos y su pelo evidentemente parecía un nido de gallinas, delatando que se había jalados de los pelos.
ESTÁS LEYENDO
God is an omega » |Kailen| •Omegaverse
FanfictionLen decidió mudarse a Moscú para formar definitivamente un nuevo comienzo, dejando las aglomeradas y congojadas telarañas que intentó erradicar de su vida pasada. Pero como si la vida fuese parte de su infinita negligencia y después de haberse creíd...