—¿Se durmió? —Al ver la anatomía del rucio aparecer por el pasillo, se sentó en el sofá individual con una tasa de té en las manos. Cuando el muchacho asintió con la cabeza con un pequeño suspiro lo invitó a hacerle compañía, ya con la suya preparada, en su tasa favorita que tenía la primera letra de su nombre y de... de su hijo—. Hablé con esos trabajadores y me dijeron que tendrán más cuidado. ¿Tienes frío? Abrígate bien, ya está anocheciendo y no quiero que te dé un resfríado como la otra vez. ¿Y Ken? ¿Lo arropaste bien? Me sorprende que se haya dormido tan rápido, seguramente le acariciaste la espalda para que se durmiera más rápido.
Len soltó una pequeña risa, buscando qué primero responder de todos los interrogatorios del beta. Piko era malditamente parlanchín, Dios.
—Sí, sí, cálmate puerco. Me aseguré de abrigar bien a mi hijo, tuve que contarle el cuento de la Bella Durmiente y luego mecerlo entre mis brazos hasta que se durmiera. —Len se sentó en el otro sofá individual, tomando la tasa con su mano derecha y con la otra tomar la cuchara que llevaba dentro para mover el líquido.
—Bien, eso es bueno.
Len sintió por un momento un impulso en su pecho, un punzón agudo y escalofriante que parpadeó varias veces. Piko se dio cuenta.
—¿Te pasa algo? —preguntó, dándole un pequeño sorbo a su té de manzanilla.
—Hmm, no. Nada. Sólo son mis instintos de omega —argumentó, observando nebuloso el pequeño vapor que salía y se elevaba de su pequeña tasa.
Había un silencio delgado, a parte de la plática que habían creado, se escuchaba con menos énfasis los movimientos de la mudanza de al lado. No le importaba mucho a decir verdad quién se mudaba, ni siquiera se molesta en hacer amistades y mucho menos le interesa hablar con alguien, excepto con su mejor amigo Piko, quien solamente en él confiaba. Y eran tan distintos, como dos gotas de agua y vino, pero Kagamine siempre estaría agradecido por toda la ayuda que invariablemente le ha brindado, más desde que aceptó que viviera con él sin ningún interés a cambio, todo desde que... Desde que decidió dejar atrás sin alternativas su otra vida.
Len ya no se fía en nadie, son tan pocas las personas a decir verdad en quien confía que la lista era mísera. Siquiera quiere saber de los alphas. Son todos unos maleantes, territoriales y arrogantes, son unos malditos estúpidos que preferiría mejor vivir soltero el resto de su vida. Ya no podría confiar en ningunos de ellos, y más al saber que su propio ex lo abandonó, ¿verdad? Nunca volvió y eso ya no le importaría nunca más.
—¿Qué tal si te tomas por completo el té y te relajas? Luego te ayudo a recoger los juegos de Kenny. —La sugestión de Utatane no fue mala noción a decir con honestidad, pero Len no deseaba que su amigo se responsabilice demasiado por su hijo. Se comporta como si fuese su tío político o algo así y no tiene por qué hacerlo en realidad, ¿cierto? Len no le pone una pistola en la cabeza para que sea tan apegado a su cachorro.
ESTÁS LEYENDO
God is an omega » |Kailen| •Omegaverse
FanficLen decidió mudarse a Moscú para formar definitivamente un nuevo comienzo, dejando las aglomeradas y congojadas telarañas que intentó erradicar de su vida pasada. Pero como si la vida fuese parte de su infinita negligencia y después de haberse creíd...