Capítulo 4

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Narra Anne:

Un constante «bip» me despierta.
Cuando abro los ojos, la luz hace daño en mis pupilas, así que vuelvo a cerrarlos.
El aire huele a analgésicos y desinfectante. La nariz me pica.
Entonces, en la oscuridad de mi mente, empiezo a recordar.
¡Riker!
Me levanto, arrancando de mi piel las agujas y extensiones de las máquinas a las que me habían conectado.
Al instante, siento un mareo espantoso, al tiempo en que una máquina empieza a chillar agudamente.
Enfrente, hay un espejo. Me miro y desearía no haberlo hecho.
Estoy pálida como el papel, totalmente maltrecha y llena de moretones y cortadas.
Una enfermera entra a toda velocidad y después de ser amenazada con que sí no hago lo que la mujer quiere, me cedará, no me queda más remedio que acostarme de nuevo y volver a dejar que me conecten a esas máquinas del demonio que no hacen más que turbar mis ideas.
Apenas empiezan a revisar mi pulso, el monitor empieza a chillar con constancia. Estoy demasiado acelerada y como no, si no sé que ha sido de mi novio ni cuanto tiempo he estado aquí.
—¿Sabe algo de Riker Lynch?— pregunto, y la mujer niega con la cabeza, volviéndome a ignorar después.
Luego, no recuerdo más. Supongo que la enfermera debió de poner más sedante en el suero.
Mi madre está frente a mi con cara consternada, cuando vuelvo a despertar.
—¡Anne!— exclama mi mamá, acercándose hacia la camilla—¿Cómo te sientes hija?
—¿Cuanto tiempo llevo aquí?— pregunto al descubrir que los moretones de mis brazos están empezando a desvanecerse.
—Seis días— responde.
—¡¿Y Riker?!— pregunto, levantándome bruscamente, provocando un quejido en la máquina que revisa mi pulso.
—Tranquila— dice mi madre, volviéndome a acostar.
—¡Mamá! ¡¿Qué le ha pasado a Riker?!
—Hija, cálmate por favor— me ruega mi madre.
No me importan sus ruegos. No estaré tranquila hasta que sepa que Riker sobrevivió y esta bien.
—No, mamá. Me calmaré hasta que Riker venga.
—Entonces no te calmarás, hija — «No. No. No puede ser cierto» Repito, aferrandome a una esperanza.
—¿Qué?— pregunto con la garganta seca.
—Riker está... — «¡no digas muerto! ¡No digas muerto! —Hija, Riker hizo lo que pudo para salvarte.
Siento las lágrimas amontonarse en mis ojos.
—¡¿Qué le pasó?! — grito asustada, y el monitor muestra mi acelerado pulso.
—Anne, querida, Riker está en coma.

Sé que este cap también está cortito, así que subiré otro!! Disfruten el especial improvisado!

I can't forget about youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora