Con el tiempo, se volvió una necesidad recordarles.
Pensando en cómo fueron sus vidas, cuáles eran sus sentimientos, cuáles fueron sus vivencias. Cuáles habrían sido sus interacciones.
Al final todos eramos el mismo, y uno solo. ¿Entonces por qué?
Con el tiempo se volvió una necesidad. Pero no porque fuera una obsesión saber.
Cada vez que no les recuerdo, pienso más en cómo me habría gustado que el resto les recordaran, a mis antiguos yo.
Y cada vez que dejaba de pensar en ellos, y el cómo son parte de mí, comienzo a sentir como si algo me alejara de lo que la gente llama vida.
Como si mi alma supiera que he vivido lo suficiente, y pidiese que me fuera. Pero no quiero morir aún, y no quiero que me olviden en esta vida tampoco.¿Pero, y entonces, hacer qué?
Una opción es vivir con el miedo a desaparecer una noche, sin que el resto conozca de mi, y de mis otros yo.
Otra opción es plasmar sus vidas, sentimientos, y esperar que alguien lo lea haciéndoles vivir en los recuerdos de la gente. Como en los libros, películas o historias.
Esperar que de alguna forma lleguen a ser más conocidos que yo. Y hacer que el resto sepa mis vivencias, mis sentimientos, y el por qué soy lo que soy.Y como ya he plasmado sus vidas, temo que mi misión se haya cumplido, y el destino acabe con la actual mía.
Y si fuera el caso, no quiero sentir alivio, porque quiero vivir; pero al mismo tiempo, si muriera, no tendría arrepentimientos por que existirán en algún lugar, en alguna memoria.
Por eso es que no sé que hacer.Y así, sin más, sea esto una carta de despedida, o solo algo que escribo para expresar mi angustia; acabe como acabe, será así, y estará bien que sea así.
Acabe muerta en contra de mi voluntad, o viva, y libre para continuar sin cadenas. Esperando siempre que sea la segunda, noche tras noche, para algún día poder escribir mi propia historia.
Y así hacer que mi existencia sea escuchada.