A Ciegas

Telaraña

CAPITULO 3

Ya habían transcurrido 72 horas desde la desaparición de mi hermano Aron.
Mi madre por el día siempre me mostraba una sonrisa parcialmente torcida, pero por las noches desde mi habitación podía escucharla sollozar fuertemente repitiendo una y otra vez el nombre de Aron con una voz desgarradora y profunda.
Me destruía escuchar así a mi madre noche tras noche.
Era buena para ser doble cara, tenía el alma triste.
Pero ¿Quien no estuviera de ese modo? Saber que has perdido a una de las personas que más amabas con todo el alma, la cuál viste crecer durante largos años, verla en sus triunfos tanto cómo en las derrotas.

Hubieron días en que no asistí a la escuela, para poder estar cerca de mi madre apoyarla y saber nuevas novedades de mi hermano, la policía parecía que no hacía nada al respecto; sólo realizaban una y otra vez las mismas preguntas al vecindario, a mi madre y a mi.
Cómo siempre lo e dicho, la policía no sirve de nada.

Se llegó la noche, decidí ir a dormir con mi madre, porque tanto ella cómo yo estábamos desesperadas de encontrar a Aron.

Tuve el mismo sueño, ese mismo que tuve hace pocos días. Nuevamente me encontraba en el bosque obscuro y sombrío. Observando me a mi misma con las manos manchadas de sangre, pero esta vez lloraba por desesperación, no tenía ni la remota idea de lo que estaba ocurriendo, ni de lo que habia hecho.
¿Pueda que mis sueños intentaban mostrarme lo que podría suceder o no?
No pude volver a consiliar el sueño nuevamente, toda la noche estuve despierta esperando a que amaneciera pero apenas eran las 2:10 am.
No podia esperar más, sali de la habitación lentamente sin presenciar ningun movimiento brusco para no despertar a mi madre; me dirigí a las escaleras al colocar mi pie elado y descalso en el primer escalón para descender un gran crujido se escucho por toda la casa, cómo si se tratará de una película de miedo.
Abrí la puerta que dirijia hacia el jardín trasero.
La luz de la luna alumbra todo el jardin, un poco de aire calido soplaba lentamente esto provocaba que los bellos de los brazos se erizen y se movieran al ritmo del aire.
Decidí recostarme en el césped humedo y frío para contemplar las grandes estrellas brillantes que lograban visualizarse sin excluir a la luna.
Por mi mente pasaban las mismas preguntas, las mismas dudas en que si realmente Aron había desaparecido o simplemente habia escapado cómo cualquier adolescente haría a esa edad.
Pero aún asi hizo mal al no haber dicho o mencionado palabra alguna.

Sin sentir noción del tiempo el cielo aún se encontraba obscuro entre en un gran profundo sueño en el mismo lugar dónde me encontraba, esta vez no logre soñar nada simplemente mi mente descansaba de toda preocupación.
Momentos después un rayo de luz que traspasaba las hojas del arbol me dio justo en los ojos, desperté de inmediato y sentí cómo me incandilaba cada vez más.
Podría decir que eran aproximadamente las 10 de la mañana.
Me levante lentamente para dirigirme a la cocina, rogaba que mi madre no se encontrará ahí mismo porque daría inicio a un largo interrogatorio del cuál porque me encontraba afuera en pijamas y con ramas enredadas en el cabello. Por suerte al subir a la habitación observe que mi madre aún se encontraba recostada en la cama.
Era lunes por la mañana eso significaba que mañana tendría que volver a la escuela, no quería hacerlo porque todos me observarian  con lastima, con tristeza todos se apiaderian de mi y era lo menos que quería que ocurriera.
Se cumplia una semana de la desaparición de Aron, ningun rastro de el aún, ni respuesta de la policía.

Martes por la mañana 7:40 am me preparaba para la escuela, lo esencial a la mochila un cuaderno y un plumon, no importaba el orden y un par de centavos al bolsillo del jean, mi madre ofrecía llevarme ala escuela pero prefería irme caminando, no me molestaba llegar tarde a la escuela realmente no quería asistir.
La entrada a la primera clase era a las 8:00 am normalmente siempre llegaba 10 min tarde, la maestra que impartía esa clase solía llamarme rebelde, joven sin futuro.
Pero todo cambio aquella mañana, arrive al aula de clases la maestra me otorgo el permiso de entrar ninguna palabra recibí a cambio solamente un asentamiento de aprobación con la cabeza y una mirada de condolencias.
Los que solían llamarse mis compañeros de clases guardaron un gran silencio sólo me observan, al parecer ya sabían de la desaparición de mi hermano.
Me dirigí a la última butaca de aula que se encontraba justamente a un lado de la ventana, durante toda la clase no preste ni un segundo de atención no me daba importancia alguna.
Me coloque los audífonos con la música demasiado alta para dar la impresión que no quería ser interrogada ni por la maestra ni mucho menos por los alumnos, odiaba que me vieran vulnerable, débil y aún más con lastima alguna.

Las horas pasaban lentamente, es cómo si el tiempo se pausara y no me permitiera avanzar.
Me encontraba en la última clase del dia, literatura con al parecer nuevo maestro.
Me agradaba mucho esta clase pero en este día no me sentía con ánimos pero sólo por esto guardaba los audífonos, me interesaba saber la nueva forma con la que el maestro enseñará, la forma en la que nos vería ver el mundo de otra forma.
Tan siquiera este maestro no conocía mi historia.
Leyó dos cita realmente cortas pero que llamaban mucho mi atención de un libro que a simple vista se observaba desgastado, con las portadas descoloridas y dobladas las esquinas.
"¿Qué es peor que estar muerto? No ser encontrado"
"No es cómo, si no cuándo "
Estas dos pequeñas citas me hacían pensar mucho en la situación que me encontraba, me gano la intriga por preguntarle al maestro de quien eran esas dichas, quien era el autor.
Alce mi mano tomaron unos segundos para darse cuenta de mi.
Me concedió la palabra pero antes que pudiera decir algo me interrumpió.

Maestro

Bella dama me agradaría mucho saber cuál nombre sera el que representa aquel lindo rostro cubierto de pecas y de un singular ojos color café

Elaisa

Aquello que el dijo logro que me sintiera incomoda, sólo respondí mi nombre es Elaisa.
Me gustaría saber quien es el autor de lo que acaba de leer, sin imprevisto me miro con una gran sonrisa y respondió -Eso que acabo de leer sin duda alguna es mio-